Una comunidad de suricatas habita en el zoológico El Pantanal, ubicado en el kilómetro 23 de la vía a Daule de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
En esta comunidad los machos pasan a un segundo plano. En el reino de las suricatas, las hembras dominan y ocupan todas las funciones importantes dentro de sus colonias: hay una hembra alfa, una vigía, las encargadas de cuidar a las crías…
“Ellas son las que mandan. La hembra es la que dispone cuándo se aparea, cuándo se reproduce o cuándo formar algún nuevo grupo. Están muy bien organizadas”, explica Nelson Chiriboga, director del zoológico El Pantanal.
Ubicado en el kilómetro 23 de la vía a Daule de Guayaquil, y muy lejos de su natural África, este lugar acoge a una colonia integrada por 15 suricatas. Aquí viven y se reproducen desde el 2011, cuando fueron trasladadas desde un zoo de Sudáfrica.
Habitan en una especie de búnker repleto de tierra, donde han formado una galería de túneles y madrigueras. Aquí también reciben una dieta estricta y deliciosa, con frescos grillos e insectos criados en un bioterio especial; aunque en su hábitat natural también están acostumbradas a comer serpientes, arañas, escorpiones y aves pequeñas.
El clima local resulta fantástico para esta especie, como indica Chiriboga. “En África la temperatura puede llegar hasta los 42°C, en la parte desértica en el día, y en la noche hasta los 5°C bajo cero. Esos son extremos que no existen en nuestro ambiente tropical”.
Quienes visitan el zoológico disfrutan de su sagacidad. Con el sol del mediodía optan por calentarse un poco y se recuestan para capturar el calor de la tierra mientras la vigía permanece de pie, erguida sobre una roca, con su rostro apuntando hacia el sol. El pelaje oscuro alrededor de sus ojos forma una especie de antifaz que las protege de la intensidad de los rayos solares.
Las suricatas (suricata suricatta) son mamíferos, parte de la familia de las mangostas. Forman colonias de hasta 25 individuos y tienen una vida promedio de 13 años. Pueden pesar hasta un kilogramo y medir hasta 35 centímetros.
Su visión periférica les permite tener una gran percepción, en especial para identificar sus principales amenazas como águilas y chacales. Su olfato está bien desarrollado para conseguir alimento.
Las hembras tienen entre dos y cuatro crías luego de un periodo de gestación que dura unos 70 días. Su distribución natural en África predomina en Namibia, Botswana y parte de Angola.
“Es una especie social y territorial. Son diurnos y se refugian en cuevas por la noche o cuando se sienten amenazadas”, cita el portal de la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA).
Por su comportamiento, las suricatas han captado la atención de las cámaras. Entre 2005 y 2008, Oxford Scientific Films produjo para Animal Planet ‘El reino del suricato’, un programa de TV que transmitió la interacción de una colonia de suricatas en el desierto del Kalahari, en África. También aparecen en un inolvidable episodio de la película La vida de Pi, la isla de las suricatas.
Según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), no hay grandes amenazas para la especie. Sin embargo, sus poblaciones pueden fluctuar debido a las precipitaciones y la depredación. “En el Kalahari, Sudáfrica, las densidades disminuyeron de un animal por km2 en abril de 1994 a 0,32 animales por kilómetro de mayo 1995 a raíz de una reducción de las precipitaciones”, cita el portal de la UICN.
Pero en El Pantanal de Guayaquil tienen un lugar seguro. Este sitio es parte de la WAZA y de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (Alpza). A través de ellas realiza intercambios de especies reproducidas en diferentes zoológicos del mundo. Así que, a más de las suricatas, este es también el hábitat de cebras, lémures, leones, macacos japoneses, hasta un camello.