El objetivo de construir elementos ancestrales es atraer a los turistas y ofrecer espacios a la comunidad indígena. Foto: Cortesía Municipio de Otavalo
Una cruz cuadrada, construida en un área de aproximadamente 6 m2, adorna uno de los rincones de la comunidad de Ilumán Bajo, en el cantón Otavalo, Imbabura.
El 21 de marzo último fue inaugurado este símbolo denominado también chakana o cruz andina. El trabajo se resalta con adoquines rojos sobre piedras grises. La comunidad, la Asociación de Yachay de Ilumán y el Municipio de Otavalo escogieron este ícono, que se visualiza en todos los pueblos de América del Sur. Así explica Ricardo Andrade, director de Turismo y de Desarrollo Económico Local del Cabildo.
Este es la segunda chakana de grandes dimensiones, que se construye en Otavalo. El año anterior fue levantada una parecida en la Unidad Educativa Municipal Valle del Amanecer. Susana Gómez, docente del establecimiento, señaló que este elemento fue diseñado por el Municipio para fortalecer la identidad de la cultura kichwa otavaleña.
Según el arqueólogo José Echeverría, miembro de la Academia Nacional de Historia, esta es una representación de la cosmovisión andina. Explica que llegó al territorio del actual Ecuador de la mano de los conquistadores incas. Sin embargo, aclara que no es un elemento incaico.
Se presume que proviene de la zona de Huanuco, situado a orillas del lago Titicaca, entre Bolivia y Perú. Curiosamente, los indígena aymaras utilizan hasta la actualidad este símbolo para adornar sus tejidos.
La nueva cruz andina de Ilumán tiene un significado espiritual, pues fue construida junto a la vertiente de San Juan Pogyo. En ese lugar se realizan rituales andinos, como los baños de purificación en el Inti Raymi (Fiesta del Sol, en español).
Para Rafael Carrascal, presidente de la Asociación de Yachay de Ilumán y de la comunidad, esta cruz cuadrada tiene varios significados. “Representa lo negativo y lo positivo. También sus cuatro lados, que señalan los puntos cardinales, hacen alusión a elementos como el agua, los cultivos, el viento, la vida…”.
Según otras hipótesis, la cruz andina pudo servir como calendario astronómico. Gustavo Guayasamín, en un estudio sobre la Teoría Astronómica sobre la medición hispánica del tiempo, denota el fenómeno del sol recto y su proyección simbólica en la chakana.
“Juntando los tiempos de primavera, verano, otoño e invierno, más los 12 meses o 12 lunas, los equinoccios de marzo y septiembre y los solsticios de junio y diciembre tendríamos una propuesta de reconstrucción para obtener el origen del dibujo de la cruz andina”.
Para las autoridades de Otavalo, este símbolo busca potenciar el denominado turismo místico que se practica en Ilumán. Carrascal calcula que en esta parroquia hay 23 personas que curan utilizando la medicina ancestral.
Es por ello que decenas de visitantes, especialmente extranjeros, llegan cada semana. Una búsqueda parecida se realiza en el Carchi. Ahí descendientes del pueblo Pasto, cuyo territorio se extendió entre el sur de la actual Colombia y norte de Ecuador, también están rescatando un símbolo.
Se trata del llamado sol Pasto, que tiene ocho puntas. Para José Echeverría, este símbolo también pudo haber sido traído por los incas. “Posiblemente fue acogido por los primeros habitantes de la actual provincia del Carchi, como una estrategia de sobrevivencia”.
La parroquia de Tufiño, en Tulcán, es una de las localidades que decoró las fachadas de 23 casas con esta imagen que los identifica como pueblo. Para Fidel Paguay, líder de esta localidad, el objetivo fue mejorar la imagen del pueblo y rescatar las raíces de los antepasados pastos.
La búsqueda de íconos se enmarca en la necesidad de los pueblos de identificarse, considera Echeverría. Ahora hay proyectos para replicar estos elementos ancestrales en otros sitios.