Para los bebés, son caricias especiales que generan un contacto íntimo con sus padres. No solo la madre se los puede dar, también es importante que los papás se den ese tiempo.
La técnica más conocida es el Masaje Shantala. Su origen se remonta a la India milenaria, pero gracias al médico francés Frederic Leboyer la técnica fue introducida hace más de 30 años a Europa bajo el nombre de Masaje Shantala, denominación que el francés le colocó en honor a quien le enseñara.
Posteriormente, en 1976 la norteamericana Vimala Shneider creó otra técnica del Masaje Infantil que combina el método hindú con masaje sueco, reflexología y yoga.
Dar un masaje significa acariciar con ternura la piel suave del bebé, frotarla y tener un momento único, lleno de ternura y amor, porque no solo de leche se alimenta el recién nacido.
“Hay que tomarlo en brazos. Hay que acariciarlo, acunarlo. Y masajearlo. Hay que hablar a la piel del pequeño hay que hablarle a su espalda que tiene sed y hambre igual que su vientre”, escribe Leboyer.
Claudia Aros, educadora de masaje infantil asegura que el masaje trabaja el apego y fortalece los vínculos entre madre e hijo o entre padre y hijo, hija, o una persona importante para el niño.
“A través del tacto y la conexión que se produce entre ambos, genera que la guagua se sienta querida, acogida, acompañada, entendida y contenida, le ayuda a aceptar el mundo y lo hace sonreír a la vida”, explica.
También dice que tiene beneficios a nivel físico, aliviando cólicos y gases. Paralelamente, ayuda a estimular las conexiones neuronales y estimula todos sus sentidos y sistemas: nervioso, respiratorio, digestivo, endocrino y circulatorio. E incluso, hay terapeutas que afirman que contribuye a sanar algunos traumas vividos al momento de nacer y favorece la conciencia corporal, logrando que el pequeño aprenda a diferenciar su cuerpo del de mamá.
La instructora Estefanía Elgueta que también imparte talleres, asegura que el masaje es otra forma de transmitirles amor, y que fortalece sus sentimientos de seguridad y protección.
“Son niños que se sienten amados y en el futuro serán más seguros de sí mismos”.
Además, afirman las especialistas, existen estudios y en su misma experiencia han comprobado que con estos masajes, los niños se sienten más queridos, andan menos irritables, se les quita el estrés y se relajan, durmiendo toda la noche o gran parte de ella de corrido.
“Es una técnica súper simple. Basta con que te hagas el espacio, lo puedes hacer sobre una mesa, mudador, en la cama, solo necesitas estar tranquila, apagar el celular y que no te molesten. El tiempo que dure es relativo, va desde los 5 hasta los 20 minutos”, añade Claudia Aros.
Se realizan con aceite de almendras que aporta hidratación y vitaminas. Si no se tiene, hay que ocupar un aceite neutro, que no tenga olor, “porque lo que se busca es que la guagua sienta el olor de su madre, eso la calma y le gusta mucho”.
Otros aceites que recomiendan son el de Rosa Mosqueta, Oliva, Maravilla y Pepita de Uva, pero jamás uno que sea de origen mineral ni en mezclas.
Lo ideal es comenzar entre el mes y los tres meses del recién nacido, ya que después se hará más difícil instaurar la rutina y lo que se promueve es que se hagan en forma diaria, después del baño para fomentar la relajación.
Niños independientes:
A medida que el bebé crece no hay ningún inconveniente en seguir alimentando este espacio.
“No hay edad tope para terminar con los masajes mientras que ambas partes quieran continuar y con el tiempo vas adaptando la técnica y haciendo lo que más les gusta”, detalla Aros, quien también forma parte de los especialistas del Obsnatura.
Por otra parte, relata la educadora de masaje infantil, esta experiencia de recibir este cariño especial, se les nota a los niños cuando grandes.
“Se puede pensar que van a ser hijos mamones, pero al contrario, como crecen con estas caricias los hace ser independientes, curiosos, despiertos y el vínculo con los padres es potente”.
Es que, ¿quién no queda feliz con un buen masaje? ¿Y qué mejor que si te lo da con todo ese amor de padre y madre cuando se es pequeñito?
Porque no solo se trata de realizar movimientos de manos sobre el cuerpo, también incluye el contacto visual entre ambos, sonrisas y cantos, puesto que quien sea el encargado de dar el masaje, será observado atentamente por el bebé, estableciendo los cimientos del lenguaje y habilidades motrices, gracias a los movimientos rítmicos, pausados que se dan en su cuerpo.
Sin duda el tacto es un estímulo fundamental y dar un masaje al bebé es una alternativa especial cuando los padres trabajan todo el día, y necesitan un espacio de calidad y único con sus hijos pequeños.