En los nuevos debates periodísticos y medios se habla mucho sobre la construcción de las comunidades. En una reciente entrada del blog Toyutome se ensaya una sentencia que por ahora parece la más cercana a lo que serán los medios, el periodismo y su comunidad. “(… cada medio de comunicación deberá delimitar cuál es su propia comunidad y tener muy claro qué le hace especial frente al resto. A partir de ahí, además tendrá que encontrar la manera de ser sostenible. Casi nada”.
La comunidad, en el sentido más básico, es ese grupo de personas que tejen relaciones desde temas comunes; siempre en conversación. La identidad -a veces- no es la condición para ser aceptado porque lo más importante es el contenido que se pueda contribuir al diálogo.
¿Es complicado charlar con la comunidad de un medio de comunicación? Sí, especialmente porque los medios más grandes han tenido que despojarse de la idea vertical de la comunicación. Los medios son parte de la comunidad, no la lideran, pero sí la conocen y saben cómo interactuar con los otros miembros.
Esa ha sido la ventaja, por ejemplo, de Facebook. Según los datos del INEC, el 98% de la población mayor a 12 años tiene un perfil de esta red. Se entendería que se puede llegar a casi todo el mundo con la información.
Muchos periodistas asumen que todo lo que se ponga en las redes sociales se ‘viralizará’ y echan la culpa al community mánager por no promocionar sus contenidos. No todo es ‘Facebookeable’.
Ahí está talvez el reto más importante para los periodistas del presente y del futuro: ¿cómo hacer que sus temas sean ‘sociables’ en la comunidad del medio. Sí, Facebook es ahora una red social para la chacota, pero si los periodistas apuestan por entrar en la comunidad deberán encontrar los lenguajes para hacer periodismo de valor para esta y las decenas de redes sociales que llegan. Estas ideas, que no son fórmulas de éxito, son difícilmente aceptadas.