Los amantes del parkour recorren la ciudad utilizando como apoyo paredes, barandas, muros. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO
Devolver al cuerpo la movilidad que tenía durante la infancia. Esa es la premisa básica de un ‘traceur’, practicante de parkour, una disciplina de origen francés, que consiste en desplazarse por la ciudad utilizando todas las habilidades corporales posibles.
Camilo Castillo es uno de los ‘traceurs’ más experimentados de la ciudad. Él se involucró con el parkour en el 2007. Ese mismo año fundó el grupo Quito ‘Etre Fort’.
Es miércoles, 17:00. Castillo camina sobre la baranda del mirador del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), en el barrio San Juan.
Su cuerpo menudo se mueve con la agilidad de un equilibrista. Antes de volver al suelo pega un salto en el aire, durante esos segundos, sus brazos y piernas se mueven con soltura.
Uno de los objetivos del parkour es sacar al cuerpo del sedentarismo. Lograr que a través de caminatas, carreras, saltos y escalada las personas redescubran sensaciones que tenían cuando eran pequeños.
Camilo Castillo, Roberto Méndez y Cristian Tulcanazo integran el grupo de parkour Quito. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO
Los orígenes de esta disciplina se remontan al ‘entrenamiento natural’ una metodología practicada por los grupos de élite de Francia que el galo David Belle llevo a las calles y le imprimió un sentido lúdico.
A las 18:00, el mirador del CAC está atiborrado de jóvenes vestidos con ropa y zapatos deportivos. Todos están listos para iniciar su entrenamiento básico antes de salir a recorrer la ciudad. En Quito, el parkour dejó de ser visto como un deporte extremo para convertirse en una actividad que permite a los ‘traceurs’ apropiarse de los espacios públicos.
El barrio de San Juan, en el centro de Quito, es uno de los lugares ideales para practicar parkour. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO
Los de Quito Etre Fort entrenan los miércoles y viernes desde la 18:00. Durante tres horas se desplazan por los barrios aledaños. Los vecinos de El Placer, La Libertad, San Roque y El Tejar los han visto recorrer sus calles, escaleras y escalinatas.
Este grupo se ha involucrado con los moradores del sector. A través de mingas recuperaron el mirador del CAC, un espacio que hasta hace unos años era un botadero de desperdicios e inseguro.
Los fines de semana, los integrantes de esta tribu urbana dictan talleres gratuitos en el CAC. Ayudan a niños, mujeres, jóvenes y personas de la tercera edad a perder el miedo respecto al uso de su cuerpo. A las 19:00, los jóvenes reptan por las calles empinadas de San Juan. La lluvia y el frío no impiden que ellos sigan su recorrido sobre barandas y muros.
No olvide
Las personas que quieran practicar esta actividad deben usar ropa deportiva y cómoda.
El tamaño de los zapatos es importante. Puede usar los que sirven para correr.
No se debe practicar sin un acompañamiento previo de un guía experimentado.