Carlos, ‘Pantera’ Pizarro comparte con sus nietos el gusto por el arte. Foto: EL COMERCIO.
David, Martín, Ian y Caetano son los nietos de Carlos, ‘Pantera’, Pizarro. A ellos los une, además del vínculo sanguíneo, el amor por el arte y sus distintas manifestaciones.
David Flies tiene 22 años, se dedica a la pintura. Martín Flies 18 y toca la batería. A sus 9, Ian Flies disfruta de crear personajes. Caetano Fernández apenas tiene 15 días de nacido. ‘Pantera’, oriundo de Santa Marta (Colombia), de 63 años, destaca en la escena de la música por su colaboración en decenas de proyectos.
Hace cuatro décadas llego al país y desde entonces su recorrido artístico, en la percusión, se ha hecho sentir junto a Damiano, Pueblo Nuevo, Banda Sinfónica del Consejo Provincial, La Grupa, Juan Fernando Velasco, Fausto Miño, Alberto Plaza, Darío Castro, Azuquito, por nombrar algunos. La lista puede resultar un tanto extensa…
A pesar de lo codiciado de su talento, ‘Pantera’-un mulato de poco más de 1.80 de estatura, ojos grandes, sonrisa amplia y cabello cano- ha vivido los momentos más sublimes en el escenario al lado de sus nietos.
Hermosa, sublime, divina. Así fue la primera vez que tocó junto a Martín, hijo de Mariana Pizarro (diseñadora) e Ivis Flies (músico). Era un niño de ocho años e hicieron una presentación en un canal de televisión, a propósito del Día del Padre.
“Quien conducía el programa es mi amigo y me llamó un día antes para que toque en vivo. Acepté, pero no sabía que iban otras personas. Al llegar, veo que Martín e Ivis bajan del auto. Martín, indignado, me reclamó diciendo: ‘Papito Carlos, por qué no fuiste al ensayo’”, recuerda completamente emocionado.
‘Lo que se hereda no se hurta’ es el nombre que le dieron a ese programa especial, transmitido hace ya 10 años. Y en efecto, el amor por la música, por el arte en general, es esa suerte de hilo de plata que atraviesa a los Pizarro abuelo y nietos.
Ahora que los mayores crecieron comparten ideas y puntos de vista sobre sus disciplinas. David y Caetano están en Buenos Aires. Martín e Ian viven en Quito, ciudad a la que llegó ‘Pantera’ en 1974.
Para aquel entonces era muy flaco, recuerda, además de que lucía un ‘afro’ propio de la época. Sus amigos decían que se parecía a la Pantera Rosa, cuando el personaje sufría descarga eléctrica. Y así lo bautizaron. Sobrenombre que calza bien, si se lo compara con la fuerza, garra, energía propias del felino y que Carlos transmite cuando está frente a los cueros. Cuando toca sus congas, bongos…
Actualmente el músico prepara un proyecto personal, que recoge su trayecto por la música. Se trata de un disco que empezó pero que todavía no tiene fecha de culminación. La producción recogerá el paso de ‘Pantera’ por la cumbia, música clásica, salsa…