ENTREVISTA
Ignacio Ramírez Aguirre/ Médico endocrinólogo
¿Cómo ve a la medicina, actualmente, en el país?
No producimos ciencia y somos, lamentablemente, dependientes. Pero no es el hombre ecuatoriano el incapaz, sino el sistema que no permite dar el salto adelante. Por eso este pobre país de ‘cuatro patas’ repta, este país no camina.
¿Cuál es la situación del bocio en el país?
No trato de ser dramático, quiero ser realista, es tenebroso lo que está pasando y nadie se da cuenta, porque la falta de yodo no solo va a ser una causa de desarrollo del bocio y va a dañar la estética de la persona, sino que significa un fracaso en la función biológica del individuo. Considerando que la hormona tiroidea es más o menos el equivalente a la gasolina para el carro. Es una barbaridad cómo se pretenden las escuelas del milenio o el proyecto Yachay, si no se han preocupado de la parte biológica del ecuatoriano. Si no tiene hormona no hay la materia prima para el desarrollo físico y mental de las personas. Estudios actuales determinan que no solo es la hormona sino que es el yodo por sí mismo el que interviene en procesos estructurales de la célula cerebral. Cuando la madre en embarazo no ha recibido el aporte apropiado de yodo, el niño a más de ser retardado, puede aparecer con autismo.
¿Hay control sobre esto?
Ya no se controla el nivel de yodo en la sal que consumimos, tampoco el nivel de yodo que se elimina por orina, la yoduria. La yoduria es una pauta trascendente que dice la cantidad de yodo que tiene un individuo en su organismo. Tomé muestras de orina en Puyo, en la escuela 1 de Mayo, en junio del 2013, y lo llevé al laboratorio del Ministerio de Salud (no hay otro en el país), pero me dijeron que no podían examinarlo, porque hace un año que no tenían reactivos. Dije “no puede ser” y volé a la Politécnica Nacional. Allí, con toda solidaridad, me obsequiaron los reactivos. Las muestras debían entregármelas entre lunes y martes, cuando fui me dijeron que ya tenían los resultados, pero que no me los podían dar. Significaba que los niveles, posiblemente, eran inadecuados.
¿Qué hacer, entonces?
Este país debe desarrollar un instituto de la nutrición y de control de los defectos asociados a la deficiencia de yodo. No hay otra manera porque sino son parches. Definitivamente tiene que ser rígido, duro y permanente el control. No solamente en los puestos centinela que puso el Ministerio de Salud; ya no es el mecanismo de puestitos, el país requiere un diseño epidemiológico.
Si no hay eso, ¿en qué queda la salud?
Cuando hablamos de salud pública tenemos tres pilares: el Ministerio de Salud, el médico y el paciente. De ellos, es el Ministerio de Salud el que falla. Cuando murieron los neonatos en Chone fue por una bacteria y no fue el médico quien la llevó, era el sistema de ventilación, una responsabilidad de la estructura administrativa. Llegamos a un extremo aterrador: estamos observando que cada vez hay más problemas de cáncer tiroideo en mujeres jóvenes, en edad fértil. El drama que quiero señalar es la falta de orientación, aquí no funciona el Ministerio, no funcionan las sociedades científicas y el pobre individuo que se mete a jugar de médico tiene que hacerlo con todo y quieren colgarle por ese escrito.
Hoja de vida
- Profesión. Endocrinólogo con más de 40 años en el ejercicio de la medicina y con investigaciones en Estados Unidos e Israel.
- Trabajo. Profesor universitario y ha realizado investigaciones sobre el yodo.