Desde hace dos años, el cuencano Oswaldo Morocho tiene un taller en el barrio de El Vado. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Es un autodidacta y uno de los pocos expertos en la elaboración de instrumentos andinos en Cuenca. Oswaldo Morocho, de 49 años, se dedica a este oficio desde hace 25.
Su trayectoria fue reconocida y es parte del estudio de Patrimonio Sonoro, que elaboró la regional 6 del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC). La investigación está disponible en esta página web.
El trabajo de Morocho está en la categoría de construcción de la flauta andina; él es considerado uno de los portadores relevantes de este saber en el Austro, dice la historiadora de la Regional 6 del INPC, Paola Moreno. Según ella, en la ficha de registro del artesano se resalta su labor porque es un autodidacta que aprendió a fabricar la flauta, oficio que se estaba perdiendo. “Es calificado como un revitalizador de esta manifestación”. Es decir, él buscó la forma para que esta manifestación perdure.
Morocho tiene su taller en el céntrico barrio cuencano de El Vado. Allí, fabrica instrumentos de viento y percusión. Fundamentalmente son quenas, zampoñas, rondadores, flautas y pedidos exclusivos como pingullos. También, repara guitarras y charangos.
“No tuve un maestro. Aprendí observando e investigando”. La ventaja fue que desde niño le gustó la música y desde su adolescencia toca en grupos folclóricos. Ahora dirige al grupo tradicional Pumapungo de la Politécnica Salesiana, en la sede de Cuenca. Han tenido presentaciones en Perú, España, Italia, México, entre otros países.
Para la fabricación de los instrumentos emplea materias primas como duda, bambú, madera y realiza pruebas con la chonta. Las quenas de duda cuestan entre USD 15 y 20, mientras que las de bambú de 30 a 40 y las de madera USD 60. “Las de chonta USD 70, pero son eternas”.
Él explica parte del proceso. En el caso de las zampoñas se corta el material en distintas longitudes y se empora la madera porque es porosa, con eso se logra un mejor sonido. Además, se ayuda con un medidor de frecuencia que tiene toda la extensión del piano y “se logran notas graves y agudas… Así, se determina el largo de los tubos”.
Sus principales clientes son los estudiantes de la escuela de Música de la Universidad de Cuenca. También, tiene demanda de grupos musicales de Azuay y Cañar. Uno de ellos es Bolívar Patiño, quien le compró zampoñas, quenas y bombos para su agrupación, que está en formación.
Morocho también envía sus instrumentos a Estados Unidos y Canadá, para los emigrantes que tocan en grupos de música folclórica. “Cuando están en verano me hacen más pedidos o hay quienes llegan para contratarme y llevarse los instrumentos”.
En la actualidad, elabora quenas que le pidieron para llevarlas a Canadá y Nueva York. Tiene más de siete clientes al mes, en promedio.