Mario Puruncajas y Manuel Tamayo pertenecen a la Federación de Ciegos del Ecuador. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
En Ecuador existen 274 000 personas no videntes, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). Sin embargo, el acceso a dispositivos y a herramientas que les permitan una mejor adaptación e inclusión en la cotidianidad es limitado.
Juan Carlos Cañar, afectado por una retinitis pigmentaria que apenas le permite distinguir la luz, se desplaza por las calles de Quito vendiendo caramelos con la ayuda de su perro Lucho. A diario se encuentra con numerosos obstáculos, que ponen en riesgo su integridad física.
Cañar tiene 37 años y desde los seis quedó ciego. Con la ayuda de su perro y de varios accesorios especiales para no videntes se desenvuelve con normalidad en su vida diaria.
Un reloj parlante le permite saber qué día es y a qué hora debe pasar por su hijo Israel de ocho años, para retirarlo de la escuela, aunque reconoce que a veces tiene miedo porque la ciudad no está adaptada para personas no videntes.
Con el desarrollo de la tecnología y las políticas de inclusión estatales, cada vez es más fácil conseguir artículos y productos que mejoran el día a día de las personas ciegas.
María Angélica León, de 33 años, empezó a perder la vista a los 3 años. Sin embargo, su vida está llena de optimismo y mucha voluntad.
Con el bastón, la mujer se desenvuelve por sí sola dentro y fuera del hogar. “La gente piensa que como no ves no puedes, pero solo es cuestión de saber lo que quieres y encontrar el modo de poder hacerlo”, señala León.
Cocinar, barrer, preparar la comida y ayudar a su hijo Mateo de seis años a hacer las tareas escolares a diario forma parte de su rutina diaria. Para ello, León utiliza ciertas ayudas técnicas, como básculas parlantes para pesar los alimentos, que les indican la cantidad de gramos, etiquetas con código QR para grabar el nombre de los alimentos y saber, mediante un lector parlante, si una lata es de atún o de fruta en almíbar.
Los textos en braille y calculadoras que hablan le permiten ayudar a su hijo con los deberes de matemáticas.
Desde el 2010, León estudia a distancia contabilidad en el colegio República de México, en el sur de Quito. Antes no podía asistir a ningún centro educativo porque no existían materiales didácticos especiales para ciegos. Hoy, incluso sabe manejar un computador mediante el programa Jaws, después de recibir capacitación en Secap.
León nunca logró conseguir empleo por su discapacidad. Los USD 50 que ella recibe del Bono de Desarrollo Humano los invierte en la educación de su hijo y no le alcanza para más. Actualmente se dedica a vender sánduches en tiendas, parques y establecimientos públicos. Espera pronto conseguir un trabajo que le permita generar mejores ingresos.
El acceso a la educación es la principal necesidad de los no videntes. Esto les permitirá encontrar un trabajo que no se les excluya y valore sus conocimientos, más allá de su limitación. En siete años (2007-2014), apenas 11 200 personas no videntes consiguieron empleo, según la Federación Nacional de Ciegos del Ecuador (Fence).
Esta limitación laboral se debe además a la falta de textos en braille para la enseñanza.
La única imprenta que hace textos en braille en el país se encuentra en Riobamba. Allá llegó el 22 de abril de 1994.
A partir de esa fecha elabora libros de literatura, matemáticas, ciencias naturales y lenguaje, para personas con discapacidad visual. La Federación Central para Impedidos Visuales de Finlandia, donó la imprenta a la Fence.
Miguel Gavilanes administra el lugar desde sus inicios. El hombre cuenta que hasta ahora se han impreso 90 000 libros, revistas, afiches y catálogos en braille, que se distribuye a escala nacional en centros educativos y bibliotecas.
La imprenta de marca Heildelberg, creada en 1953, es una de las donaciones más importantes que ha llegado al país a favor de los no videntes. Gracias a esta rotativa las personas ciegas pueden acceder a la educación y a otras alternativas de inclusión, por ejemplo, desde el 2006 ya pueden votar en las elecciones seccionales con papeletas en braille, lo que les permite hacerlo solos.
Una de las obras literarias que la mayoría de ciegos ha leído es ‘Cumandá’, de Juan León Mera. Este fue el primer texto en braille que se imprimió en el país y actualmente se imprime un promedio 500 obras literarias y escolares mensuales.
Pese a que cada vez hay más instrumentos que les permiten a los no videntes distraerse y educarse, Mario Puruncajas, presidente de la Fence, indica que esta población tiene muchas dificultades, especialmente en la calle donde hay pocos semáforos adaptados.
“La inclusión educativa y laboral sigue siendo un obstáculo en el desarrollo de esta población. Ellos se ven obligados a realizar trabajos operativos y de ventas ambulantes que ponen en peligro su vida”, explica Puruncajas.
Ese es el caso de Alfredo Castellano, quien junto a su esposa Fernanda Loroña, también no vidente, salen a las calles desde las 07:00 todos los días para vender dulces en buses de trasporte público . “Que no nos quejemos no quiere decir que vivamos bien, de todas las discapacidades nosotros somos la más vulnerada y menos atendida”, explica Loroña.
No obstante, la pareja trata de disfrutar el tiempo que le queda libre para distraerse de su trajín.
Castellano juega fútbol con otras personas no videntes los fines de semana en el parque La Carolina. Incluso han formado pequeños campeonatos entre equipos a escala nacional. Ellos tienen una pelota especial para no videntes.
El sueño del hombre de 32 años es formar parte de la selección de fútbol que represente al Ecuador en los juegos paralímpicos o de ajedrez adaptado, que lo practica junto con su esposa Fernanda.
Existen otros artículos exclusivos para personas con discapacidad visual como naipes en braille, Parchis, dominó y libros de capacitación y entretenimiento, pero son difíciles de conseguir en el mercado nacional. Por un lado, no se los produce, pero tampoco se los importa del extranjero.