Niña de 13 años se convirtió en madre tras violación en su escuela

Reunión del abogado Raúl Llerena con los padres que han denunciado delitos de abuso en una escuela fiscal de Guayaquil. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO

Reunión del abogado Raúl Llerena con los padres que han denunciado delitos de abuso en una escuela fiscal de Guayaquil. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO

Reunión del abogado Raúl Llerena con los padres que han denunciado delitos de abuso en una escuela fiscal de Guayaquil. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO

Antes de ir al colegio y al regresar se encarga de los cuidados del pequeño de un 1 año y 6 meses. Lo baña, lo cambia de ropa y alimenta para luego dedicarse a los deberes del día. “A veces se cansa y me dice: Mami, cógelo tú”, cuenta Clara (nombre protegido).

En el 2016 su hija de 13 años se convirtió en madre. Supieron de su embarazo cuando la llevaron a un dispensario médico para un chequeo. “Tenía el vientre muy abultado. Pensamos que era un problema estomacal, pero nunca imaginamos que estaba encinta”, cuenta Clara mientras espera entrar al despacho del abogado Raúl Llerena.

La familia de la pequeña puso una denuncia en la Fiscalía el 21 de abril del 2016, después de descubrir el origen del embarazo. “Cuando el médico vio que la prueba de sangre de embarazo era positiva nos dijo que averiguáramos qué había pasado, porque los casos de niñas embarazadas son en gran parte por abuso”, recuerda la madre.

Cuando hablaron con la niña, que en ese tiempo tenía 12 años, les confesó que todo habría ocurrido en la escuela, antes de una clase de Educación Física.

“Cuando le pregunté si había sido en la escuela no paraba de llorar. Me dijo que fue en el baño, después del recreo. Entró y sintió que una persona fuerte la agarró por la espalda, cerró la puerta, le dijo que no gritara porque iba a matar a sus padres y le puso un pañuelo en la cara. Después de eso no recuerda nada, solo que despertó en el piso, con el calentador bajado hasta los pies”, dice Clara.

La niña cursaba noveno de básica en un plantel fiscal del sur de Guayaquil, donde se han registrado otras denuncias por abusos sexuales. Las quejas se multiplicaron en las últimas dos semanas.
Dos padres acusan a estudiantes adolescentes del plantel, quienes habrían abusado sexualmente de sus hijos de 6 años. Una madre denunció a un maestro por, presuntamente, hablar crudamente de sexo con sus alumnos de 10 años.

“Mi hija cuenta que el profesor llamaba a una estudiante y que le pasaba un marcador por todo el cuerpo para, supuestamente, enseñar las partes íntimas. A mi niña la golpeó en el trasero con una cartuchera”, relata esta otra denunciante.

Todos culpan a la directora de la unidad educativa por no dar seguimiento a sus quejas. En el caso de Clara fue similar, por eso decidió unirse al grupo para retomar el proceso judicial que se estancó después de presentar la denuncia el año pasado.

“La directora de la escuela incluso le dijo a la Policía que mi hija no estudiaba allí. Pero a la niña la matriculamos en ese plantel desde primer grado”, dice la madre.

El abogado Llerena, quien asumió la defensa de los padres, asegura que en todos los casos hubo omisiones y negligencias de la directora y de las autoridades educativas. “Hubo un encubrimiento en cadena”, afirmó el defensor.

Ocho denuncias están en investigación y Llerena pide mayor celeridad. Puntualmente, la defensa solicita rapidez en la toma de versión de los menores ante sicólogos en la cámara de Gesell, para evitar la revictimización.

Clara dice que la única ayuda que recibió del distrito fue el cambio de plantel para la niña. También reprocha que la directora no le facilitara los registros de los docentes y de los estudiantes para que la pequeña identificara al presunto agresor. “No me dieron ayuda, tampoco prestaron interés para resolver el caso. Si lo hubieran hecho creo que no habrían ocurrido tantas cosas, como se ha visto ahora”.

Cuando la hija de Clara despertó de la agresión, corrió a su salón. Recuerda que sonó el timbre y que la clase de Educación Física había terminado. No contó nada en ese momento porque en su casa había fallecido su abuela y su mamá estaba enferma.

“Cuando supe que fue violada quise que abortara -confiesa Clara-. No sabía qué hacer; hasta yo me quería matar. Ahora adoro al niño que tuvo como si fuera mi hijo y él me dice mamá. Cuando converso con el bebé le digo que se hará justicia y desde ahora le digo a mi hija que se prepare para responderle todas las preguntas que tendrá cuando el niño empiece a crecer”.

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