Leila falleció el domingo 28 de agosto. Su dueña asegura que se trata de negligencia médico veterinaria. Foto: Facebook / No más campañas de esterilización municipal
El 28 de agosto de 2016, el Gobierno Autónomo Descentralizado de Rumiñahui coordinó una campaña de esterilización en Selva Alegre, una iniciativa que se lleva a cabo desde 2014 y en la cual se han esterilizado cerca de 2 000 animales, según información de la entidad municipal.
Durante esa jornada se registraron dos perros fallecidos en la Casa Barrial de Selva Alegre. Así lo reconoció el Cabildo. Frente a esta situación se creó una página de Facebook con el fin de dar a conocer un supuesto caso de negligencia veterinaria.
En la página se compartieron dos videos y una fotografía.
Uno de los videos está acompañado de un texto que describe: “mujeres gritan del dolor por la pérdida de su perrita en una campaña de esterilización del Gobierno Autónomo Descentralizado de Rumiñahui”.
En las imágenes se puede ver a una persona con uniforme médico que carga a la perra en sus brazos y la coloca en una mesa. Luego se escuchan los gritos de dos mujeres. El video, publicado el 4 de septiembre, tiene más de 500 000 reproducciones hasta hoy (6 de septiembre de 2016) y muestra a una perra blanca de raza french poodle.
Su nombre era Leila y tenía tres años, contó su propietaria Briggitte Saunders en una entrevista con este Diario. “Tenemos un video de un almuerzo que tuvimos antes de llevarla a la esterilización donde estaba corriendo y estaba feliz”, aseguró.
Para el procedimiento, Saunders debió llenar un formulario donde se indicaban los datos de su mascota. Además había una liberación de responsabilidad, afirmó. “Estamos exponiendo que si llega a morir la perra nosotros no nos hacemos responsables”, recuerda Saunders. La propietaria firmó. También le indicaron que debía darle medicación y colocarle un cono (collar isabelino) para evitar que se lamiera la herida luego de la operación.
A la dueña de Leila le asignaron el turno 50. Mientras esperaba, escuchó que su perrita lloraba muy fuerte. “Pensé que era porque le estaban administrando la anestesia”, dijo. El personal le pidió que tranquilizara a su mascota así que se la entregaron por unos minutos. “Yo le vi que no le había cogido la anestesia pero el doctor me dijo que ya estaba”, aseveró.
Cuando salió de la operación, sus propietarios la metieron en el auto para llevarla a casa. En el trayecto notaron que se quejaba del dolor y ladraba muy fuerte. Cuando llegaron a casa, Saunders quiso darle la pastilla para el dolor, pero su perrita no reaccionaba.
Al volver a la Casa Barrial donde se llevó a cabo la campaña, el doctor no supo explicarles lo sucedido. “Nos dijo que había tenido una reacción del corazón”, comentó.
Al respecto, el GAD de Rumiñahui informó que de acuerdo al informe técnico de los veterinarios encargados, “el fallecimiento puede deberse a la ingesta de agua o alimento previo o posterior a la cirugía lo que provoca asfixia, o a la existencia de antecedentes de enfermedad hepática, renal, insuficiencia cardíaca o enfermedades virales”.
Saunders asegura que su perra estaba sana y que no comió ni bebió nada antes ni después de la cirugía. Además la comunicación enviada por el municipio del cantón Rumiñahui dice que “los propietarios se llevaron a las mascotas antes de realizar una necropsia inmediata, que hubiese determinado la causa real del fallecimiento”.
La dueña de Leila llevó a su mascota al Hospital de Especialidades Veterinarias de la Universidad San Francisco de Quito para realizar el procedimiento. “No estaba el doctor así que debieron meter a la perrita a una congeladora y nos tocó esperar”, dijo. Pero los dueños desistieron del proceso porque estaban muy dolidos. Retiraron a Leila para hacer una ceremonia donde se despidieron de ella.
No es el único caso. Francisco Sosa también perdió a su mascota. “Luego de la operación empezó a sangrar por el ano. Pensamos que tal vez se le perforó el colon y tuvo una hemorragia interna”, indicó.
Cachita, otra perra french poodle de tres años, también tuvo complicaciones. Su dueña, Cristina Ramírez, le había llevado el sábado 27 de agosto para que le desparasitasen a una clínica particular y le bañasen. El domingo la llevó a la jornada de esterilización del GAD de Rumiñahui donde fue operada. “Después de unos 10 minutos la perrita salió bastante decaída”, dijo.
Los veterinarios le colocaron un suero y se reanimó, pero no duró mucho. “Mientras íbamos a la casa mi perrita empezó a sangrar por la herida”, contó. El personal le indicó que debía acudir a una clínica veterinaria. Allí encontraron que tenía un hematoma. “Se le había comprometido un bazo”, le dijeron. Le drenaron la sangre y le volvieron a suturar. Ahora Cachita está en recuperación.
Los casos han generado indignación entre los amantes de los animales. La página tiene 1 404 ‘me gusta’ y los videos han sido compartidos hasta 8 000 veces. Algunos de los usuarios se solidarizan con los propietarios y otros reclaman más responsabilidad por parte de los dueños.
El Municipio emitió un comunicado donde indica que el Cabildo “apoya las jornadas de esterilización que realiza un grupo de veterinarios externos” y que “el personal médico veterinario municipal no participa en ninguna de las operaciones”. En el mismo texto se indica que el alcalde, Héctor Jácome, pidió un informe detallado sobre los hechos al equipo encargado de las cirugías.
El Colegio de Médicos Veterinarios de Pichincha y la Asociación de Médicos Especialistas en Pequeñas Especies (AMVEPE) también reaccionó ante lo sucedido. Ellos emitieron un comunicado recalcando la finalidad de estas jornadas. “Las campañas impulsadas por los municipios son las que a nivel mundial son aprobadas por los organismos encargados de velar y cuidar la sobrepoblación de la fauna urbana”, dice el texto.
Estas campañas, asegura Roberto Rueda, presidente de la AMVEPE, son destinadas a perros callejeros y personas de escasos recursos. Sin embargo, otras personas aprovechan para realizar las operaciones a un costo más bajo.
La organización lamentó la pérdida de las mascotas e hizo un llamado a la ciudadanía para detener los comentarios despectivos que se han desatado en contra del médico veterinario encargado.