Vicent Borrás y Jordi Antón tuvieron a Joan hace tres años y medio. Nació en EE.UU. a través de una gestación subrogada, también llamado vientre de alquiler.
“Este proceso es más que un vientre”, cuestiona Vicent. “Mi esposo tuvo claro desde el principio que quería ser padre, yo tardé más porque al asumir mi homosexualidad asumí que no sería posible serlo”, añade este profesor universitario. Para el pequeño Joan, “Papá” es Jordi y “Pare” (padre en catalán) es Vicent.
Se siente afortunado porque nunca ha enfrentado situaciones de incomprensión hacia su familia. Pero reconoce que hay sectores que intentan deslegitimar la homoparentalidad argumentando que los hijos siguen la orientación sexual de los padres.
Precisamente el discurso político y social sigue privilegiando el concepto de familia heteroparental. Y aunque aumentan las voces por la diversidad, se critica que estas utilizan “estrategias defensivas” para “justificar” la homoparentalidad, lo cual lleva a una normalización convencional. “Se presenta la heterosexualidad de los hijos e hijas como prueba de ser buenas madres o padres. Ello indica que el formato que se utiliza para presentar la homoparentalidad aún sigue estando supeditado al heterocentrismo”, cuestiona Laura Domínguez, investigadora de la Universidad de Málaga. La experta propone un discurso que destaque las particularidades de estas familias.
La normalización de estas familias se extiende rápidamente en la sociedad española. Y los intentos por deslegitimarlas -el Partido Popular presentó un recurso legal contra el matrimonio homosexual pero el Tribunal Constitucional lo ha ratificado- han quedado en nada.