Iván Jerez compuso una canción dedicada al amor. Cantó con su banda en vivo. Foto: Glenda Giacometti
No es cantante profesional ni compositor. Cuando las luces del escenario se encienden y suena la música Sayri Masaquiza comienza a deleitar con sus canciones en kichwa o runa mishi (idioma de la gente en español). A sus 6 años ha escrito la letra de varias canciones en su lengua nativa. El último de sus éxitos es Wishinaga Chingarigami (La cucharita se me perdió).
Con el sonido de las guitarras, la batería y al ritmo de cumbia se desplaza sin miedo de un lado a otro por las tablas. Su voz potente enciende el ánimo de la gente que lo mira. -Cruspamba chayanabiga salasaka kitillibiga shuk tullu ishinadaga cumbashcamundami cumbidan. Wishinaga tukurigami, Wishinaga tukurigami (En la entrada de Cruzpamba, en el pueblo Salasaka me regalaron una cucharita de hueso por acompañar a mis amigos, pero en esa multitud ¡se me perdió la cucharita¡) dice una parte del estribillo de la melodía que interpreta.
Sayri es parte del proyecto intercultural denominado Voz de Runa Mishi Salasaka cultura viva. Este busca fortalecer la lengua kichwa en esta comunidad indígena localizada a oriente de Ambato, en Tungurahua.
Rafael Chiliquinga, director del Centro Cultural Inkarte, explica que a través de las melodías se trata de mantener el idioma. Se trasmite por medio de las compasiones y mensajes de motivación, de espiritualidad, la naturaleza, el amor, de superación.
Además, para contrarrestar el consumo del alcohol y los suicidios, que tienen un alto grado de incidencia en los jóvenes de la comunidad.
Según Chiliquinga, la idea es fomentar que los niños y jóvenes utilicen su tiempo libre en la música, escribir e interpretar melodías escritas por ellos. “Es un reto para los estudiantes que asisten al Centro Cultural Inkarte porque deben componer la letra en español y luego traducirlo al kichwa. Posteriormente hacer el arreglo musical, vocalización y cantar con la pista o una banda en vivo.
“A más de mantener el idioma los chicos desarrollan la parte intelectual, la memoria, la coordinación de sus movimientos. También, manejan la parte escénica perdiendo el miedo en público para que se conviertan en los próximos líderes de la comunidad”, cuenta el investigador cultural de Salasaka.
Los niños, jóvenes y adolescentes pueden componer la letra e interpretarlas en varios ritmos andinos como las huaynas, el sanjunito… Chiliquinga dice que si las melodías son traducidas a diversos idiomas por qué no hacerlo en kichwa para que los jóvenes canten reggaetón, rock y otros ritmos en runa shimi (lengua del ser humano).
“La propuesta es que los jóvenes comiencen a valorar y amar su runa shimi. Transmitir a otros chicos los mensajes de las melodías de la vida diaria y de nuestra cultura que es hermosa. Es importante como pueblos indígenas el fortalecer y continuar con el vivir tradicional, no sentir vergüenza”.
El proyecto de Salasaka cultura viva fue desarrollado con los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y de Comunicación. Es parte de un proyecto de vinculación con la comunidad de la Universidad Técnica de Ambato (UTA) que cuenta con el apoyo de la Junta Parroquial de Sasalaka y el Municipio de Pelileo.
Al momento más de 20 niños de la parroquia Salasaka son parte de este plan. En febrero pasado se realizó el Primer Festival Intercultural la Voz de runa mishi. En esta participaron 15 representantes de las comunidades indígenas de Tungurahua.
Otro de los compositores es Iván Jerez, de 13 años. El adolescente decidió escribir una melodía dirigida al amor titulada Kjuyanimi (Te amo). En esta declara su amor a una amiga o compañera.
Asegura que el mensaje central de la melodía a más de declarar su amor, es que si no le acepta, él no se dedicará al alcoholismo ni tampoco se suicidará, debido a que la vida continúa y otro amor llegará.
“Lo que busco es que el mensaje llegue a los demás chicos de las comunidades indígenas. La pérdida de un amor no es motivo de suicidarse. Con esa composición además incentivo para que mantengamos nuestra lengua que de a poco se pierde por la emigración”, afirma Jerez.
Es más, al momento está en sus planes escribir la letra de una melodía que ayude a los adolescentes y jóvenes a alejarse de las drogas y el embarazo prematuro en las niñas. Dice que la música es una buena vía para llegar con un mensaje positivo y de paz.