La mujer teje shigras con las fibras naturales
Norma Grefa, una de las expertas artesanas de la comunidad Chontayacu, se dedica a la elaboración de las shigras desde hace más de 30 años.
La fibra la extraen de la palma de chambira, una planta similar a la de los ramos que se usan en la Semana Santa. Las mujeres la cosechan aún tierna, para convertirla en la materia prima con que tejen a mano las shigras o bolsos típicos de esta comunidad indígena.
Con agilidad y gran habilidad, las warmis del pueblo kichwa Chontayacu, ubicado en el norte del cantón Santa Clara, en Pastaza, desprenden de las hojas alargadas una fina capa transparente. Luego cortan en hebras para lavarlo y posteriormente cocerlas a fuego lento durante cinco minutos en una olla.
Este proceso ayuda a que la fibra sea fuerte y resistente. Julia Alvarado heredó esta técnica artesanal de su madre, Aída Shiguango. La mujer puede elaborar hasta 10 shigras en un mes. En Puyo, las comercializa a los turistas extranjeros por USD 5, cada una.
El dinero de la venta ayuda a financiar los gastos de la educación y alimentación de la casa. “Nuestras artesanías son valoradas por los extranjeros. Son artesanías autóctonas de la Amazonía”, cuenta Alvarado, mientras apura el trabajo.
Shiguango sostiene con la mano un pequeño y delgado madero de caña guadúa denominado lata. Tiene la forma de una lanza con dos puntas a los lados. Por ahí cruza los hilos para dar forma al bolso, poco a poco, con esta fibra. El tejido de una shigra puede demorar dos y hasta tres madrugadas. Siempre lo hacen bajo la luz de una vela, debido a que no hay energía eléctrica.
En el pueblo de casas dispersas, construidas con paredes de madera y techo de planchas metálicas, las mujeres acostumbran a trabajar en la noche, puesto que en el día dedican el tiempo a la producción de yuca, plátano, verde, piña, cacao blanco y otros productos que los transportan y comercializan en los mercados de Puyo y Santa Clara. También a la crianza de animales menores, como pollos y cerdos.
“Ofrecieron darnos energía eléctrica, pero con la crisis no hay dinero para financiar el proyecto. Los niños deben hacer los deberes bajo la luz de las velas o de lámparas y nosotros debemos trabajar las artesanías del mismo modo”, dice Sofía Santi, presidenta de la comunidad Chontayacu.
Cuenta que la elaboración de las shigras en esta comuna amazónica es una tradición. Los conocimientos se trasmiten de padres a hijos. La agricultura y las artesanías son sus principales sustentos económicos. “Trabajamos en el momento para ofrecer turismo comunitario, pero falta el apoyo de las autoridades”.
Las artesanas usan el tronco de la liana llamado mindal, machacado (molido con piedra y cocinado) para obtener el pigmento con que tinturan el hilo con color café, y de la hoja de sani obtienen el lila. Los colores son combinados durante el tejido a mano y eso da vistosidad a la shigra.
Norma Grefa sigue esta tradición a sus 50 años. Es una experta en la obtención de la fibra de la palma para luego convertirlo en las hebras de hilo en un bolso. Dice que desde niña aprendió este oficio. Pero la falta de la energía eléctrica le afectó a la vista. Por eso, su hija Aída sigue ese legado. Con la venta le ayuda en el sustento. “Estos conocimientos los estoy transmitiendo a mis dos hijas. Ya saben esta técnica. La idea es que no se pierda en el tiempo y con el modernismo”.
También, los varones se dedican a tejer la taza, un recipiente similar a una canasta, que es tejido con una liana que es previamente disecada. Sirve para transportar yuca o chonta (un fruto anaranjado) o para guardar la pesca.