Testimonios, novelas y ensayos contemporáneos hablan sobre la muerte. La eutanasia es el tema más polémico. Fotos: Captura
La muerte es una constante en la literatura. Las formas en las que ha sido abordada incluyen asesinatos en serie, suicidios, matanzas, el luto de los que se quedan y, en las últimas décadas, la eutanasia.
En su nuevo libro, publicado este año, el teólogo suizo Hans Küng, quien perdió su licencia eclesiástica por cuestionar la infalibilidad del Papa, reitera y fundamenta el derecho a la eutanasia. Entre los argumentos que desgrana en su libro está el derecho a tener una muerte consciente, digna y humana. “Morir feliz para mí significa una muerte sin nostalgia ni dolor por la despedida, sino una muerte con una completa conformidad, una profunda satisfacción y paz interior”.
Quienes nunca pudieron alcanzar esa paz interior antes de su muerte fueron los integrantes de la familia Clutter, protagonistas de ‘A sangre fría’, novela de Truman Capote.
El escritor estadounidense cuenta con minuciosidad el asesinato en serie ocurrido en el pueblo de Holcomb, en EE.UU. Para escribir esta novela, Capote conversó durante horas con Richard Eugene Hickock yPerry Edward Smith, los autores de este crimen.
La muerte es vista desde el testimonio de los asesinos. Capote hurga en sus mentes para encontrar una explicación ‘lógica’ a sus acciones.
Otro de los escritores contemporáneos que explora la muerte es Amos Oz. En su libro el autor israelita reúne varias novelas cortas que retratan el ambiente de odio en el que viven los judíos.
En ‘Amor tardío’ se cuenta la historia de un profesor que ignora su cuerpo deteriorado y que no puede evitar las visiones paranoicas de la matanza de su pueblo por parte de soldados de la Unión Soviética.
Oz es un autor que se ha dedicado a pensar en la vida y en la muerte desde la colectividad. En ‘Hasta la muerte’, narra cómo un grupo de cruzados viaja hacia Jerusalén, atacando y matando judíos a lo largo del camino.
La muerte en la literatura también ha sido contada desde el luto y las cicatrices de las personas que pierden a sus seres queridos. El escritor Paul Auster empezó su obra ‘La invención de la soledad’ la mañana en la que se enteró de que su padre había muerto.
En un ejercicio de catarsis, Auster tituló a la primera parte del libro ‘Retrato de un hombre invisible’, en el que cuenta la relación que tenía con su padre a través de una tragedia
ocurrida en la infancia que nunca se aclaró. En la segunda,
‘El libro de la memoria’, realiza una reflexión sobre su experiencia como padre, sobre la orfandad y sobre la memoria.
Dentro de esta lista ‘Lo que no tiene nombre’, de Piedad Bonnett, quizá sea el libro que aborda la muerte de una manera más íntima y personal. En este libro testimonial, la escritora colombiana habla sobre el suicidio de Daniel, su hijo menor, de 28 años.
De entrada, Bonnett aclara que a pesar del dolor por la pérdida de su hijo, su familia decidió no ocultar que lo sucedido fue un suicidio. “Somos respetuosos del suicidio como una decisión autónoma de un ser humano”. El logro de ‘Lo que no tiene nombre’ es que evita los clichés y el dramatismo y permite al lector reflexionar sobre el tema.