Una ligera cicatriz resalta en el pecho de Julia Victoria Macías. Tiene 78 años y en el 2011 su corazón se debilitó. “Me cansaba. No podía lavar ni cocinar. Con el mínimo esfuerzo me ahogaba”, recuerda.
La semana pasada acudió a un control de rutina en el Área de Cardiología del Hospital Abel Gilbert Pontón, en el suburbio guayaquileño. En un angosto consultorio, el cardiólogo Luis Alberto Gómez revisó el funcionamiento del marcapasos que mejoró su salud.
El marcapasos es un pequeño dispositivo que controla los latidos irregulares del corazón. Algunos pesan apenas 1 onza y están integrados por una batería y extensiones de cables que se encargan de dar masajes eléctricos al músculo cardíaco para normalizar sus latidos.
Para vigilar el correcto funcionamiento de estos equipos, desde inicios de febrero el Hospital Guayaquil cuenta con un Área de Monitoreo de Marcapasos. En promedio atienden a unos 25 pacientes que acuden a un diagnóstico periódico para verificar la vida útil de la batería o si necesitan modificaciones en la programación.
“La vida útil de un marcapasos puede prolongarse hasta ocho años. Pero hay que estar pendiente a partir de los cuatro años. Lo aconsejable de este chequeo es que se haga a los 14 días de su colocación, luego al mes, luego a los tres meses y después una o dos veces por año”, indica Gómez, especializado en Electrofisiología.
Con un programador, un equipo portátil similar a una ‘laptop’, el cardiólogo Gómez chequeó el marcapasos de Macías. Una extensión del aparato, parecida a un pequeño audífono con un imán en su interior, fue colocado sobre el pecho de la paciente, justo donde le colocaron el marcapasos.
La prueba no tomó más de cinco minutos. Al final, el examen arrojó una especie de electrocardiograma, con un registro de su frecuencia cardíaca.
Candelario Aguilera, esposo de doña Julia, la acompañó a la consulta. “Ella se desmayaba. A veces tenía mucho sueño y se cansaba muy rápido”.
La bradicardia o baja frecuencia cardíaca es la principal causa para la colocación de un marcapasos. En reposo, normalmente el corazón registra entre 60 y 80 latidos por minuto; y puede llegar hasta 120 latidos en actividad física.
Si la frecuencia está por debajo de ese rango aparecen síntomas como mareo, cansancio, intolerancia al ejercicio e incluso desmayos por la falta de irrigación sanguínea a otros órganos, en especial el cerebro.
Estos casos son más comunes en personas de 70 años en adelante; aunque también pueden presentarse a los 40 años.
El 2013, el Área de Cardiología del Abel Gilbert atendió a 11 433 pacientes por diversas patologías cardíacas. Este año registra 71 atenciones diarias por Consulta Externa. El 2013 diagnosticó que 40 pacientes necesitaban un marcapasos. Fueron derivados a otros hospitales, pues no tenía servicio de implante de marcapasos.
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