Mauricio Samaniego presentará su documental ‘Alfaro Vive Carajo’, en el marco de la clausura de los EDOC. Foto: Cortesía EDOC
Hace 30 años, Mauricio Samaniego era parte de la agrupación Alfaro Vive Carajo (AVC). En su primer operativo, dentro de la organización, fue capturado por la policía. Lo torturaron durante cuatro días y estuvo preso en el expenal García Moreno, en Quito, por un año.
Cuando salió de prisión tenía 20 años. Su objetivo era seguir la lucha de los AVC, pero en ese momento la agrupación ya había sido derrotada militar y mediáticamente.
Este viernes 29 de mayo, a las 19:30, Samaniego estará en el Teatro de la Universidad Central. Ahí, en la clausura de los EDOC, este cineasta presentará su documental ‘Alfaro Vive Carajo’, una obra coral que narra la historia de la agrupación desde las voces de sus protagonistas.
Un par días antes de este estreno mundial, Samaniego habló con EL COMERCIO sobre su experiencia y descubrimientos a lo largo del rodaje de la cinta.
¿Qué le motivó a filmar un documental sobre los Alfaro Vive Carajo?
Fueron mis ganas de mostrar una historia que durante 30 años ha sido ocultada y tergiversada. A Alfaro Vive Carajo le achacaron cosas impensables. Se llegó a decir que era un grupo de terroristas y narcoguerrilleros, cosas que no tenían sustento.
Con el equipo de producción decidimos que esta tenía que ser una historia con rasgos del relato contemporáneo para que enganche a las nuevas generaciones.
Mi intención, con este documental, fue contar la historia de gente normal que asumió un compromiso. No la historia de víctimas ni de héroes. Esta es nuestra versión de la historia, todo lo que decimos ahí es absolutamente verdadero.
¿Cómo se contactó con los exmiembros de Alfaro Vive Carajo?
Fue un trabajo complicado de investigación, de seguir pistas y caminos. Hay compañeros, que salen en el documental, como los de Esmeraldas o Durán que no habían vuelto a hablar del tema.
Por otro lado, fue absolutamente hermoso encontrarse con ellos y con todos los compañeros que quisieron ser entrevistados. Otros, por razones íntimas o políticas no quisieron hablar, para mí eso fue absolutamente respetable.
¿Qué sintió cuando usted se puso frente a la cámara?
Me ponía frente a la cámara como uno más de mis compañeros. Para mí esta es una película coral.
¿Qué redescubrió durante el tiempo de rodaje sobre los Alfaro Vive Carajo?
Creo que más que redescubrir, lo que me pasó es que repotencié la ética, la hermandad y la transparencia con la que se asumió el compromiso de AVC.
Como dije, siempre pensando cómo contar esta historia para la gente joven que no ha escuchado nada de los Alfaro Vive Carajo, o que había escuchado una versión “chimba” de la historia. Lo que pasó durante esos años es algo que requiere ser conocido por las nuevas generaciones.
¿Cómo logró las entrevistas con las autoridades de la época?
Lo que decidimos con el equipo fue ser directos. Decir yo soy cineasta y fui miembro de los Alfaro Vive Carajo. Gente como Rodrigo Borja, Blasco Peñaherrera y Vladimiro Álvarez aceptaron con generosidad y valentía conversar conmigo.
Hablamos respetando nuestros puntos de vista. Preguntaba de frente y ellos me respondían de frente, eso se agradece.
¿Trató de hablar con Jaime Nebot, por esos años Gobernador de Guayas?
No tienes idea de cuantas veces intenté hablar con él. Conversamos con su secretaria de despacho y le dijimos que estábamos haciendo un documental de los Alfaro Vive Carajo y queríamos hablar con el abogado Nebot pero nunca aceptaron.
¿Rodar este documental le sirvió como una especie de catarsis?
No. Yo ya había hecho terapia (risas), pero sigue siendo duro. Más que catarsis siento que era mi deber. Creo que cualquiera de los compañeros que hubiera tenido la posibilidad de hacerlo habría rodado este documental.
Fue duro rodar. El sufrimiento y la alegría fueron intensos durante las entrevistas. Había compañeros a los que conocí filmando el documental.
Uno de los descubrimientos más hermosos fue conocer a los nazarenos, unas bellezas de personas que te cuentan unas historias maravillosas de lo que hicieron los Alfaro Vive Carajo.