Los niños suelen adquirir más rápidamente las técnicas porque no tienen miedos ni costumbres muy arraigadas. Foto: Pixabay
Katherine Hidalgo estudia en el Colegio La Condamine, está en primaria. Cuando empezó el curso de lectura dinámica leía 67 palabras por minuto con un 25% de comprensión. Después de tres semanas, leía 34 500 palabras por minuto y su comprensión alcanzó el 100%.
Testimonios como este se repiten por decenas y se promocionan en los centros de enseñanza de técnicas de lectura. En esta temporada, los cursos de lectura rápida se presentan como una opción para las vacaciones. Aunque en esta época los principales asistentes son alumnos de primaria y secundaria, acuden personas de todas las edades.
Según Jorge Araque, fundador de la Academia de Lectura Dinámica, casos como el de Hidalgo no son aislados. Por eso garantiza como mínimo que el alumno quintuplicará la velocidad y aumentará la concentración después de la capacitación.
La subvocalización, repetición mental de las palabras, resta agilidad a la lectura. Foto: Pixabay
Yadira Labrador y Ericson Auzaque, del centro Técnicas de Lectura Rápida, creen que todo está en la motivación del asistente y en los retos personales que tenga. En consecuencia, el avance dependerá de la práctica y esfuerzo que ponga el alumno.
Las técnicas que se utilizan en este tipo de cursos entrenan la capacidad visual, mediante ejercicios de movimiento de ojos y correcciones a las formas de leer. Si se utiliza la capacidad visual normal se pueden leer fácilmente unas 5 200 palabras por minuto, solo entrenando los movimientos de los ojos.
Sin embargo, en promedio, la gente lee de 80 a 200 palabras por minuto. Existe la creencia falsa que quien lee más rápido entiende menos, pero en realidad, la velocidad exige mayor concentración y en consecuencia el mensaje se asimila más fácilmente.
Por lo general, cuando la persona ya es adulta tiene costumbres de lectura afianzadas como seguir cada palabra con el dedo o irlas vocalizando mentalmente o en voz alta. Esto le impide avanzar las páginas más rápido. “Para leer rápido de esta forma tendríamos que ser como locutores deportivos”, señala Araque mientras ríe.
En estos casos, las técnicas también corrigen estas prácticas. El fundador de la Academia de Lectura Dinámica considera que esta es la razón principal por la que es más fácil para los jóvenes adquirir estas técnicas. Auzaque no está de acuerdo, para él la necesidad y la motivación que tenga el alumno sea adulto o niño es el factor determinante para el avance.
La lectura no es un fuerte en nuestra sociedad. Así lo confirmó el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) de la Unesco, que en 2012 señaló que un ecuatoriano lee medio libro al año en promedio.
Araque considera que los jóvenes desechan la lectura porque se demoran mucho y no entienden. Labrador y Auzaque coinciden y agregan que además es una herramienta adicional que se alinea a las proyecciones que tiene la educación a nivel mundial, las cuales ponen énfasis en la
Los padres no tienen que obligar a leer a los niños, eso hace que pierdan interés. La clave, explica Auzaque, es que los estudiantes quieran aprender. Para lograrlo, en la matriz de estudio se implementaron ejercicios de agilidad mental que incluyen sopas de letras, laberintos, etc., que además son una manera lúdica de motivación.
Como todo en todo ejercicio es necesaria la práctica continua. Los cursos vacacionales están dirigidos a estudiantes desde los 8-9 años, porque es a partir de esta edad que el niño ya tiene una idea afianzada de lo que lee. Una regla general en estos cursos es la flexibilidad en los horarios. Los precios y duración de los cursos son variados. Pueden costar entre USD 90 y USD 380.