Los actores Jorge Fegan (izq.) y Diego Coral toman sus posiciones durante el ensayo de una escena, en Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Entre Diego Coral y Jorge Fegan se nota cierta tensión, tal vez hasta cierta incomodidad, a pesar de su relación de amistad. Ambos beben un trago en la habitación de un hotel mientras reviven algunos recuerdos de su adolescencia. Vivencias que se han ido deformando con los años y que en cierto momento contrastan con el estilo de vida que llevan.
La escena es solo un fragmento de ‘Panamá’, el tercer largometraje del director ecuatoriano Javier Izquierdo. Un proyecto con el cual ha trazado su propio camino en el cine nacional. Uno que marca la transición entre el documental y la ficción, desde el estreno del documental biográfico ‘Augusto San Miguel ha muerto ayer’ (2003), el falso documental ‘Un secreto en la caja’ (2015) hasta el drama de ficción pura ‘Panamá’, actualmente en edición.
La película cuenta la historia de dos amigos que se reencuentran por una casualidad del destino en Panamá, años después de dejar el colegio. Aunque ambos han tomado caminos completamente distintos en sus vidas, se toman un tiempo para charlar y evocar una vieja amistad, así como para descubrir cómo cada uno ha cambiado con los años.
El título, dice Izquierdo, apela no solo al escenario geográfico donde transcurre la historia, sino que además contempla un juego semántico sobre las distintas denominaciones que se dan a la amistad.
El libreto parte de una anécdota que el director escuchó hace unos 15 años, precisamente sobre el encuentro de dos amigos enfrentados por una ideología política. Sin poder desprenderse de aquel recuerdo, desde hace unos tres años, Izquierdo empezó a darle forma de una historia cinematográfica que escribió junto a su hermano, el escritor Jorge Izquierdo.
“Es una película de interiores y muchos diálogos”, dice el director sobre la estructura de un guión que fue diseñado y pulido para reducir el tiempo y el costo de producción y que exigía el trabajo de actores profesionales capaces de sostener nutridos diálogos y largos planos secuencia.
Eso llevó a Izquierdo a escoger a Jorge Fegan y Diego Coral para los papeles principales, dos actores experimentados que además mantienen una relación cercana en la vida real. Eso, asegura Izquierdo, deja que las emociones propias de una relación de amistad se filtren con naturalidad y realismo frente a la cámara, como en la escena que se filmó en el séptimo piso de un hotel en Quito.
Mientras los protagonistas preparan su personaje en una de las habitaciones del séptimo piso de un hotel en el norte de Quito, un equipo de alrededor de 25 personas corre de un lado a otro para ajustar las luces, cámaras, micrófonos, vestuario, maquillaje y utilería, con el objetivo de darle a la habitación la apariencia de un hotel de los años 80, tiempo en el que transcurre la historia.
Tomás Astudillo, productor de la cinta, explica que las cerca de 20 escenas de la película acaban de rodarse entre Quito y Guayaquil en el tiempo récord de siete días. Dos ciudades donde el director y su equipo de producción fueron capaces de recrear el ambiente del lugar y época en las que se cuenta la historia, que espera su estreno para el 2018.
-Tras varias pruebas de sonido, luces y cámara, el lugar está listo para rodar la primera toma de la escena nueve. El director pide silencio en el set, las cámaras y los micrófonos inician el registro y la tensión entre Fegan y Coral se siente, nítida, en el aire.