Introducción:
Karol Donoso habla con un aplomo envidiable. Tiene la actitud de quien sabe que todo está, y va a seguir estando, bien. Es como si el mundo se redujera a los pocos metros cuadrados de la oficina en la que da asesoría parasicológica a decenas de personas a la semana, y todo estuviera bajo control. Karol, eso sí, jamás se lee las cartas para tomar decisiones; de hecho, rara vez se lee ella misma la suerte. Las cosas no funcionan así, me asegura. No hay destino, dice, solo energía que ponemos en movimiento para hacer que las cosas sucedan, o no. Conversamos un rato largo, porque, como ella misma admite, cuando empieza a hablar, es difícil pararla.
Testimonio:
El tema mío (su interés en las ciencias ocultas, la parasicología) yo diría que es familiar. Mi abuela materna era partera, trabajaba con la Luna. Yo iba de vacaciones adonde ella, en Gonzanamá, que es un pueblito chiquitito, en Loja. Y además su casa estaba al lado del cementerio y tenías todas esas historias alrededor. Sí, hubo ahí una cierta iniciación, aunque no formal, en el asunto. Fui adonde ella cada vacación hasta que tuve 12 o 14 años.
Pero yo no era fanática de los horóscopos ni nada. Lo que sí me gustaba era el tarot, aunque tampoco me había hecho leer las cartas hasta que tenía unos 18 años y ya estaba en la universidad. Un día me dejaron un pájaro muerto que se había tragado un pelo mío y le salía un pedazo por el pico. Todo el mundo me decía: “¡Te vas a morir!”. Entré como en pánico y fue así como llegué por primera a vez a que me leyeran las cartas.
Mi mamá, infartada porque pensaba que me quedaban horas de vida (se ríe), me llevó adonde una señora. La señora me dijo: “Usted tiene un don, lo que sea que le hayan hecho no le va a afectar”. Ella me empezó a enseñar a leer el tarot; así fue mi iniciación. Pero aprender el tarot es muy complicado, porque es un tema tabú en este medio. Yo igual seguí, pero no con la idea de que me iba a dedicar a esto a tiempo completo.
Estudié Comunicación en la Universidad Central, me gradué y empecé a trabajar y ahí descubrí que no era lo mío. Estuve un año casi y como necesitaba el trabajo, me pasé al área gráfica y ahí aprendí diseño. Pero mientras tanto seguía estudiando Ocultismo. También estudié Parasicología en Argentina; siempre lo he hecho de forma semipresencial, porque nunca he tenido los recursos para poder quedarme del todo. Hago módulos, doy exámenes, voy, vengo.
Cuando tuve a mi hija (Oriana, de 10 años) empecé a
‘freelancear’ en diseño desde la casa; pero el trabajo disminuía porque hay muchos diseñadores, hasta que un día mi exesposo me dijo: “Yo he visto unos mazos de tarot por ahí, por qué no te dedicas ya de lleno a eso”. Porque yo antes leía a conocidos, hacía cosas muy pequeñas. Y empecé hace unos siete años leyéndoles las cartas a mis vecinos; luego me di cuenta de que sí podía vivir de esto que amo.
Al principio me preocupaba que mi hija pudiera ser de alguna manera estigmatizada por lo que yo hago. Y sí, tuvimos que pasar por tres colegios para poder conseguir uno, por lo que yo hacía. Nos decían: “Nosotros le podemos abrir las puertas, pero los padres de familia, no sabemos…”. Entonces yo iba a buscar otro colegio.
Pero ahora ella está bien, porque todo lo que pasa afuera es producto de lo que pasa adentro. Si te liberas de miedos, todo cambia.