Licitra, periodista argentina, ha escrito para las revistas Rolling Stone, Gatopardo, Etiqueta Negra, Orsai y los periódicos La Nación, de Argentina, El Mercurio, de Chile, y El País, de España. Foto: Patricio Terán/ ELCOMERCIO
Josefina Licitra está parada en el vestíbulo del hotel Sebastian ubicado en La Mariscal. Lo primero que hace cuando atraviesa la puerta y pisa la vereda de la Diego de Almagro es ver al cielo lleno de azul y exclamar -¡Lindo día, ¿no?!-. Son las 08:50 del jueves 20 de agosto del 2015, Licitra para el primer taxi que cruza por la calle y se enrumba hacia el Centro Cultural Benjamín Carrión. Allí, durante una semana, trabajó como parte del grupo de talleristas del encuentro Quito Crónico que termina hoy.
A las 08:20, Licitra -periodista argentina, que ha escrito para las revistas Rolling Stone, Gatopardo, Etiqueta Negra, Orsai y los periódicos La Nación, de Argentina, El Mercurio, de Chile, y El País, de España- desayunaba en el restaurante del hotel. Durante media hora, la ganadora del Mejor Texto otorgado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, en el 2004 conversó con El Comercio sobre una pasión que empezó cuando tenía 20 años y que se convirtió en el leitmotiv de su vida, el periodismo narrativo.
Se ha dicho y escrito mucho sobre el periodismo narrativo pero, ¿qué representa este género para usted?
Es difícil responder eso y ser original, pienso el periodismo narrativo como un género de cruce entre el trabajo periodístico y la narrativa literaria. Un género en el que la forma no puede existir sin el fondo y viceversa. No hay manera de contar algo sino se lo hace de una forma estética.
Dentro del periodismo narrativo hay otros géneros como el perfil, ¿por qué la crónica es la que ha ganado más espacio entre los periodistas?
Para mí, el perfil es hermano de la crónica. La diferencia está que la crónica exige un desarrollo cronológico de un episodio determinado, mientras que el perfil es una especie de rompecabezas que uno arma a partir de distintos testimonios, con el objetivo de entender a profundidad a una persona o a un territorio.
¿El periodismo narrativo es una moda?
Si ponemos al periodismo narrativo en el contexto con la movida literaria veremos que en las editoriales es un género que da prestigio pero que no ocupa mucho espacio en los estantes de las librerías. Me parece un error, por parte de los que hacemos crónica, pensar que somos parte de un boom. El periodismo narrativo es un género de consumo de circuito pequeño.
¿Qué piensa de que se relacione al periodismo narrativo solo con grandes firmas?
En el periodismo narrativo no hay solo una búsqueda informativa sino también estética. Una gran investigación que te tomó meses de trabajo si no la comunicas de una manera seductora no va a tener lectores. Creo que la crónica no está hecha solo para ser ejercitada por gente con un don especial. La crónica más que una cuestión de talento es una cuestión de perseverancia no solo en la investigación sino en el momento de la escritura.
¿Se puede hacer periodismo narrativo en los diarios?
Creo que esa posibilidad depende de los intereses personales de los editores. No veo una decisión orgánica empresarial de apostar por un periodismo de mayor calidad y profundidad. Los periódicos no son el mejor espacio para la crónica, no obstante, siempre hay editores que tienen afinidad con el periodismo narrativo y que pelean para generar espacios para la crónica.
¿En los periódicos se confunde mucho los textos con estilo cronicado y la crónica?
Sí. Una cosa es escribir una nota de la manera más estética, narrativa y literaria posible y otra cosa es escribir una crónica que necesita tiempo para ser trabajada y espacio para desarrollar las ideas. Por lo general, los periódicos tienen ediciones dominicales o espacios en los que cada cierto tiempo se puede colar una buena crónica.
¿Qué reparos hay por parte de los periodistas de la vieja escuela frente al periodismo narrativo?
Sospecho que hay periodistas de la vieja escuela que rechazan lo que uno entiende como periodismo narrativo porque lo que están viendo es que en el nombre de lo narrativo se ha perdido el rigor periodístico. Se entregan textos con mucha flor literaria pero con poco trabajo de campo y poca búsqueda de datos.
¿Por qué el periodismo narrativo latinoamericano se enfocó en las historias marginales?
El interés por las historias marginales tiene dos vertientes, por un lado si uno piensa en el margen en términos socioeconómicos vivimos en un continente muy golpeado económicamente y es inevitable que uno quiera contar eso. Por otro lado, entendiendo lo marginal en términos más amplios, gente pobre, drogas o prostitución creo hay un problema de morbo. Si cuentas la historia de un heroinómano que lleva 20 años viviendo en una esquina de Quito lo que vas a lograr es que la gente lo lea por morbo. Lo que pasa con esas historias es que así de rápido como captas al lector, una vez que este termina su lectura se pide un café y pasa a otra cosa.
¿Por qué el periodismo narrativo no está interesado en retratar al poder?
Hay periodistas como Jon Lee Anderson o Boris Muñoz que están interesados en las historias del poder. Es muy difícil contar el poder desde el poder porque no permite que te le acerques. Si un personaje del poder da una entrevista, en el mejor de los casos no pasa nada. Si ocurre algo sabe que va a ser en su contra, nunca a su favor. El poder es conservador.
¿Cuál es rol actual del periodismo narrativo dentro del quehacer periodístico?
En el mediano y largo plazo va a permitir que el periodismo gráfico (impreso) siga existiendo. Si hay una forma de que sobreviva creo que es a través de los trabajos de fondo, opciones más sofisticadas y profundas que la lectura de un tuit. En algún momento los periódicos solo van publicar textos de autor en formato columna de opinión, crónica, o grandes investigaciones.
¿En este contexto, qué pasa con el lector?
Los lectores actuales son muy volátiles. No van a leer nada que no tengan ganas de leer o que no les resulte seductor, si algo no les interesa pasan a otra cosa. La respuesta de los periodistas frente a esto puede ser activa o mínimamente batalladora. El periodista que quiera escribir tiene que ganarle a su editor la posibilidad de, una vez al mes, presentarle un texto largo mientras hace textos cortitos toda la semana. Uno tiene que dejar de pensar que el problema siempre es la empresa periodística y empezar a ver cómo puede mejorar lo que escribe.