El jambato negro 'resucitó' entre la niebla de los páramos

Desde finales de los años 80 y principios de los 90 los anfibios a escala mundial empezaron a escasear y muchos desaparecieron

Desde finales de los años 80 y principios de los 90 los anfibios a escala mundial empezaron a escasear y muchos desaparecieron

Desde finales de los años 80 y principios de los 90 los anfibios a escala mundial empezaron a escasear y muchos desaparecieron. Foto: Captura de pantalla

Una especie de sapo que se creía extinta desde hace 28 años reapareció. “Es un resurgimiento inesperado y trascendente, una inmensa sorpresa para la academia y la gente común, especialmente para aquella que valora la vida en su formas más humildes”, escribió Luis Coloma, experto en el jambato negro, en un artículo que conmemora el redescubrimiento.

Conocido científicamente como Atelopus ignescens fue una de las especies más buscadas durante años de ausencia y derrepente volvió a aparecer.

Era un sapo que se lo encontraba por doquier. Giovanni Onore, profesor de Coloma en los años 80, cuenta que al pasear por el páramo había que estar atento de no pisar un jambato negro, pues habían por millares cerca de los arroyos, charcas y lagunas.

Desde finales de los años 80 y principios de los 90 los anfibios a escala mundial empezaron a escasear y muchos desaparecieron. Este fue el caso del emblemático jambato negro, una especie endémica de los páramos ecuatorianos .

Hasta ahora no se sabe cual fue el acontecimiento que sepultó a tantos anfibios en tan pocos años. “Es un rompecabezas difícil de descifrar”, dice Coloma. A pesar de las incertidumbres, se cree que esta extinción súbita se debió al cambio climático y a patógenos oportunistas.

Coloma explica que con el calentamiento global el sistema inmune de las ranas se destruye. Es en ese momento que patógenos, parásitos u hongos se aprovechan para atacar.

El redescubrimiento de Atelopus ignescens no solo abre la ilusión y la esperanza de que puedan reaparecer especies que se creen extintas sino que también es un aporte importante para la conservación y la ciencia.

Los individuos que sobrevivieron a este declive drástico pueden tener la cura a las amenazas de los anfibios. “Tal vez podamos encontrar respuestas a muchas preguntas científicas como ¿Por qué estos individuos sobrevivieron? Se cree que los sapos que resistieron adquirieron genes resistentes a los patógenos y al cambio climático”, alega Coloma.

Para Onore esta reaparición es como el arco iris que aparece después del diluvio de la Biblia. Es una nueva oportunidad para que una especie que se pensó que había desaparecido para siempre, pueda volver a habitar los páramos de la provincia de Imbabura hasta Bolívar y Chimborazo.

El primer individuo de los 27 que se encontraron fue una hembra con huevos. Ahora se encuentra en cuarentena en el Centro Jambatu de Investigación y Conservación de Anfibios.

El paso inicial para conservar a esta especie es proteger el lugar donde se la encontró, dice Coloma. Además añade que es urgente monitorear la población de jambato negro y realizar un estudio de su historia natural.

Como parte de un proyecto de conservación, es importante que las comunidades locales se apropien de “este tesoro”, agrega el experto. Más adelante, va a ser necesario estudiar la genética de los individuos para saber por qué sobrevivieron.

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