Se ha proclamado ya varias veces la muerte de los medios de comunicación. Si los protagonistas de la información teóricamente ya no necesitan ningún puente para llegar a sus audiencias, a sus votantes, a la ciudadanía, al consumidor, ¿qué papel juegan estos mediadores sociales que tuvieron su mayor apogeo cuando eran el único o el más importante modo de informarse y de formarse una opinión? Este es el tipo de preguntas a los que se ve abocado en estos momentos el oficio, un oficio que enfrenta, por un lado, las consecuencias de los cambios tecnológicos, culturales y sociales en la producción y consumo de información y, por otro, los embates de unos poderes obstinados en controlar lo que se consume y se piensa.
Solamente queda un camino para el periodismo, que paradójicamente es el mismo camino de siempre: estar del lado de las audiencias, pensar en sus necesidades para satisfacerlas, buscar obsesivamente la calidad a través de productos relevantes que les sirvan para informarse, entretenerse, tomar decisiones, sentirse parte de algo, estar incluidos.
Hoy se pone gran énfasis en los soportes tecnológicos y suele confundírselos con la comunicación misma. Pero si nadie discute que el libro y la literatura van más allá de los formatos y los soportes, otro tanto puede decirse del periodismo. Ya no somos los únicos mediadores, pero a la hora de las decisiones pesa mucho ser los más confiables. Eso solo se logra con precisión, trabajo, memoria y proyección.
Y por si faltaran exigencias para el oficio, hay otra que se vuelve ineludible: que lo que se comunica sea relevante, que los periodistas estén conectados con la sociedad de la cual forman parte, y vibren con ella. De lo contrario, los medios no tienen visos de sobrevivencia, más allá de los cambios tecnológicos que emprendan.
El país ha cambiado. Las mujeres toman un papel más protagónico y la clase media se amplía. Se viaja más, se compra más, hay más tiempo para el ocio. Ayudar a las audiencias a moverse en ese mundo complejo y lleno de oportunidades es deber de un medio que quiera honrar su historia junto a su comunidad.
EL COMERCIO modernizó su Redacción en el 2012 y enfrenta el 2014 con cambios que serán palpables en la edición del 5 de enero. Una vez más, los lectores tendrán la palabra.