La espera lleva cinco años y no ha encontrado un donante. Miguel sufre queratocono, una enfermedad en la que la córnea es más delgada y, con el tiempo, esa parte del ojo se deforma convirtiéndose en un cono que distorsiona la visión.
Por ello necesita un trasplante de glóbulo ocular y desde el 2009 ingresó en la lista de espera única del Indot (Instituto Nacional de Donación y Trasplante). Hasta finales de febrero de este año, en esa lista se encontraban 511 pacientes que todavía necesitan este órgano.
¿Por qué sucede aquello? De cada 10 fallecidos, solo en tres casos los familiares permiten la donación. Esto lo confirma la directora nacional del Banco de Tejidos, Guadalupe Ormaza. Antes del 2011 no se registraban casos. Ocurre pese a que la Ley Orgánica de Donación (art. 29) establece que todos los ecuatorianos y extranjeros residentes mayores de 18 años, al fallecer, se convierten en donantes, a menos de que en vida manifiesten lo contrario.
Miguel espera que aparezca un benefactor. Por ahora usa lentes de contacto. Su medida es de menos 58 en el ojo izquierdo y menos 54 en el derecho. Cuando llegue a menos 60, los lentes no servirán, no podrá ver, le informó su oftalmólogo.
Para superar el déficit, a nivel privado se importan las córneas. De hecho, el número de trasplantes con estos órganos nacionales es inferior al de cirugías practicadas con tejidos importados, según la directora del Indot, Diana Almeida.
Por ejemplo, en el 2013 el ente registró 88 implantes con tejidos nacionales, frente a 259 con los importados.
Esta segunda intervención se practican en su mayoría en hospitales particulares. Únicamente en Quito, nueve de estas casas de salud practican las operaciones. Además, una en Ambato, cuatro en Cuenca y cuatro en Guayaquil.
Las córneas que llegan especialmente de Estados Unidos, superan los USD 1 000, que deben ser cancelados por el paciente. Este monto cubre el procesamiento del tejido, es decir, el tratamiento del globo ocular hasta obtener la córnea, que debe realizarse máximo después de 24 horas de extraído del fallecido.
A este valor se suma el envío desde el país de procedencia a Ecuador, alrededor de USD 250, y la intervención quirúrgica.
Este dato lo tiene, por ejemplo, el oftalmólogo Xavier Cabezas, quien ha realizado implantes por más de una década.
Mientras hacía las primeras consultas médicas, a Miguel también le dijeron que para la cirugía y la compra de tejidos tendría que pagar USD 3 000.
En una publicación que la agencia oficial Andes difundió el año pasado, se indica que hasta antes del 2011 todos los trasplantes de córneas se realizaban con tejidos importados de Colombia o de Estados Unidos , a costos que variaban entre USD 1 000 y 2 500.
Allí también se dice que las córneas nacionales “poseen calidad superior a las importadas y son asignadas a pacientes de los hospitales públicos, como Baca Ortiz, Eugenio Espejo, Patronato Municipal Norte de Quito, Vicente Corral Moscoso de Cuenca y Abel Gilbert Pontón de Guayaquil, los cuales están acreditados para este tipo de trasplante”.
Él sí consiguió un órgano
Tiene ojos cafés. Su mirada inquieta recorre la habitación de la sala de su casa, en el norte de Quito. Brandon, de 11 años, ya no tiene que girar su cabeza al lado izquierdo para observar con un solo ojo lo que le rodea.
No debe estar pendiente del polvo, el sol, el ambiente, las infecciones. No más estar encerrado en casa y ver un partido de fútbol desde la ventana.
Ahora sale, no se pierde las clases, juega, se ríe. Brandon dejó el estrés y la tristeza una vez que recuperó la visión en su ojo derecho, tras el implante de córnea que le realizaron en abril del año pasado. Durante dos años tuvo una infección por una bacteria que fue consumiendo su ojo derecho hasta privarlo de la vista.
Cuando se inició el problema, en diciembre del 2010, unos meses después de que la familia de cuatro integrantes retornara de España, sus padres Wilmer y Liliana pensaron que algo le había entrado en los ojos. Le pusieron colirios, pero el rojo no se quitaba. Al persistir la molestia se preocuparon. Recorrieron consultorios de oftalmólogos privados y públicos y no determinaban cuál era su cuadro clínico.
Mientras los doctores trataban de descifrar lo que Brandon tenía, él fue perdiendo la vista. La córnea se tornó blanca. Finalmente, en el Hospital Baca Ortiz descubrieron que una bacteria estaba produciendo el daño. Durante seis meses estuvo en tratamiento para eliminarla. Después podría ingresar en la Lista de Espera Única para los trasplantes. Cuando fueron a registrarlo vieron que alrededor de 800 personas estaban en espera; no creyeron que la operación sería pronto.
El 13 de marzo del 2013 dejaron los papeles. Un mes después a Wilmer le llamaron del Indot y Brandon fue operado…
[[OBJECT]]