En este espacio se pueden encontrar artesanías provenientes de 13 provincias del país. Foto Referencial: Archivo/EL COMERCIO.
La iconografía utilizada por los pueblos ancestrales ha vivido distintos procesos de reapropiación en el mundo. En países de Europa o Norteamérica los diseños utilizados por culturas que datan de hace 5 000 o 6 000 años a.C. han encontrado su mejor nicho de difusión en el trabajo de tatuadores y artistas urbanos.
En Latinoamérica, esta reapropiación ha tenido su vitrina, principalmente, en el trabajo de artistas pictóricos. En el país, la Fundación Sinchi Sacha acaba de orientar la recuperación de la iconografía ancestral a través del trabajo de artesanos de 13 provincias.
En octubre, la fundación dirigida por el antropólogo Juan Martínez presentó el primer Catálogo de Iconografía Ancestral del Ecuador, un documento que recoge 2 500 representaciones iconográficas de 14 áreas culturales del mundo norandino, un territorio similar al de la Real Audiencia de Quito, en los siglos XVI y XVII.
Después de tener listo el catálogo, los esfuerzos de la fundación se dirigieron a transmitir estos conocimientos a artesanos, diseñadores, estudiantes universitarios y emprendedores culturales. Martínez subraya que el trabajo con los artesanos estuvo coordinado por intermedio del Consorcio de Gobiernos Autónomos Provinciales del Ecuador (Congope).
Después de fomentar un diálogo sobre las iconografías ancestrales de culturas como los puruhaes, cañaris, paltas, quitu-panzaleo o huancavilcas, se trabajó para que los artesanos de provincias como Pichincha, Santa Elena, Loja, Napo, Manabí, Imbabura y Azuay mejoraran la calidad de sus piezas a través de la incorporación de estos diseños ancestrales.
El resultado de esta capacitación se puede ver en el ‘showroom’ etnográfico que, desde esta semana, funciona como anexo al Museo Mindalae.
En este espacio hay 13 estands, cada uno con artesanías que incluyen en su elaboración iconografías propias de la provincia a la que representan. “Cada territorio -dice Martínez- tiene su artesanía emblemática, un patrimonio cultural recuperado que da a cada pieza su identidad y la aleja de los productos manufacturados”.
En este ‘showroom’ etnográfico está el trabajo de los artesanos de Tigua, una comunidad ubicada en la cordillera occidental de los Andes, a 3 400 metros de altitud, en la provincia de Cotopaxi. Los cuadros, máscaras y bateas que elaboran desde hace décadas, ahora están decoradas con la iconografía que utilizaban sus ancestros.
Una de los estands más vistosos es el de la provincia de Manabí. El hombre-pájaro, perteneciente a la Cultura Jama-Coaque reaparece en este escaparate salpicado de colores turquesas y en diferentes tamaños y posiciones.
En este sitio también hay máscaras africanas elaboradas por artesanos del valle del Chota, tapices salasacas, joyas de arte rupestre elaborados por artesanos cuencanos, alfombras de Guano, vasijas confeccionadas por artesanos de la provincia de Napo con diseños de petroglifos, piezas de tagua con la silueta de la Venus de Valdivia…Todas, artesanías con iconografías ancestrales propias de su territorio.
Martínez subraya que la Fundación Sinchi Sacha forma parte de una red de comercio justo, y que el espacio está enmarcado dentro de un proyecto de economía solidaria. “La idea de este lugar es que los artesanos de estas 13 provincias se beneficien económicamente y que el público cambie el imaginario de que las artesanías son productos de baja calidad”.
En la entrada de este ‘showroom’ etnográfico hay un mapa artesanal, en él se puede leer la lista de los 110 cantones del país que, según las investigaciones de la Fundación Sinchi Sacha, tienen un potencial para desarrollar su trabajo artesanal. Una apuesta que ahora puede ir acompañada de los más de
2 500 diseños iconográficos que están en manos de estudiantes, artesanos y gestores.