Los niños se presentaron en el escenario del Teatro Centro de Arte en Guayaquil. Foto: Joffre Flores/ El Comercio.
Disciplina, coordinación y perfección. Los Niños Virtuosos del Cáucaso se lucieron en Guayaquil con su danza contemporánea.
Dos noches seguidas de movimientos rápidos, altos, de precisión, de historia y tradición. En el escenario del Teatro Centro de Arte se conoció la cultura de Georgia y de seguro por eso los llaman “los hijos maravillosos de Georgia”, un espectáculo “de mucho color, amor, energía y tiempo”, afirma el director de la agrupación, Gia Davitashvili.
La escuela fue fundada hace 25 años por Gia, ex primer bailarín del Ballet Nacional de Georgia. Trabaja con 330 alumnos, de 7 a 12 años, pero llegan ahí desde los 4 años para comenzar a formarlos en la danza. El director habla solo georgiano, ruso y un poco de español, así que la comunicación con él, en el backstage, fue corta.
La función empezaba a las 20:00, pero tuvo unos diez minutos de retraso hasta que el público se acomodará en sus asientos, en ese tiempo Gia aprovechó a contarme, pues se sentó junto a mi durante el show, que al llegar a su país tendrá que sacar de la agrupación a un 60 por ciento de los niños, ya que en la escuela pueden estar hasta una edad máxima de 14 “y se renueva la presentación”, dijo.
El ballet regresa a Ecuador después de ocho años y esta es la tercera visita que hacen. Acá vinieron con una delegación de 28 niños (siete mujeres y 21 hombres). “El trabajo es de ocho horas todos los días, no hay descanso”, explicaba el coreógrafo.
Ese fuerte trabajo se reflejó sobre el escenario, del cual se adueñaron con los 22 temas que danzaron, cada uno representando las tradiciones de las distintas regiones de Georgia.
Las luces del escenario se encendieron, el telón se abrió y esa música de ritmo alegre de flautas georgianas, tambores y acordeones, comenzó a sonar. Los aplausos no se hicieron esperar. Fueron ágiles en los pasos, notando su habilidad en la danza.
Uno de esos fue el ‘Kartuli’, un baile clásico georgiano en el que los niños danzan en puntas de los pies, la mujer es cuidada y respetada, a eso se debe sus suaves pasos, y el hombre no puede tocarla ni con el vestuario.
Para María Elena Rodríguez, espectadora: “Fue impresionante ver cómo saltan, bailan en puntas, es increíble la destreza que tienen sobre el escenario”.
La flexibilidad varonil es un mito es estos niños. En la danza más típica, ‘khanjluri’, bailan simulando que tienen cuchillos, y representan a los pastores descendiendo de las montañas armados de espadas.
Además de las piruetas y los veloces giros ejecutados con limpieza, el vestuario llamó la atención. De colores vivos, brillosos y elegantes, cuidando hasta el último detalle, como el de las tres niñas en el baile ‘Samaia’. Un vestido lila y con una corona dorada en la cabeza, eran unas reinas del siglo XII, la historia dice que con este traje celebran la fiesta matrimonial de origen oriental.
Han transcurrido dos horas, la música se detiene y los cuerpos también, pero los aplausos y los gritos de ovación sobraron, al igual que los comentarios. “Me gustó mucho porque para ser niños se los ve muy profesionales, es un espectáculo que no siempre lo ves. Los trajes se ve que son muy típicos de allá, son muy bonitos sobretodo el de las niñas con un estilo europeo”, comentó Carolina Torres.
“Encantada con la exactitud de los movimientos, ver que son tan pequeños, pero disciplinados, son unos artistas completos”, expresó Italia Navarrete, quien llevó a su hija para que se contagie de esta arte.
Los Niños Virtuosos del Cáucaso han hecho una gira por más de 43 países. Estarán este fin de semana en Quito, el 12 y 13 de septiembre, en la Casa de la Cultura.