El grupo Afromestizo Candente, de la Isla Trinitaria, de Guayaquil, bailó al son de la nueva marimba. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El sonido dulce de una marimba elaborada con tablas de caña sobre un gran tubo horizontal de guadúa, percutida con fuerza por el músico y luthier Schubert Ganchozo, sorprendió a los asistentes a una charla demostrativa en la que exaltó a la marimba afroecuatoriana, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El artista guayaquileño de raíces manabitas, cultor de la música montuvia, tocó también un instrumento de percusión, de un sonido aún más agudo, fabricado por él con pequeñas teclas de cerámica sobre una cazuela o vasija de barro. “La marimba representa al elemento agua, suena como agua”, dice Ganchozo.
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC-R5) organizó el conversatorio a propósito de la exposición ‘La Carga’, de la artista ecuatoriana suiza Alice Trepp. La muestra de esculturas de tamaño natural, que representan a mujeres del valle del Chota, se mantendrá abierta hasta el 15 de mayo, en el Museo Nahím Isaías de Guayaquil.
“La marimba afroecuatoriana con su forma, con su contenido y su geometría proyecta música con nuevos ímpetus”, explica el creador, que se apropia de la marimba negra y la cayapa para ‘globalizar’ el instrumento “en la frontera entre lo ancestral y lo contemporáneo”.
El creador de instrumentos musicales aprendió a fabricar la marimba negra y la cayapa, confeccionadas con la misma madera de chonta y pambil, en el noroeste de Esmeraldas. “El instrumento exige desarrollarse con nuevos materiales, a cuenta de la gran población afro que tiene ciudades como Guayaquil y de que las plantas de chonta, con las que se construye, se están extinguiendo”, dice Ganchozo, quien en la presentación tocó con la caña y cantó sonidos onomatopéyicos casi sin palabras.
La antropóloga Gloria López ahonda en las evidencias aportadas por Ganchozo, quien señala que la marimba llegó libre a América, apuntando a los monolitos de piedra “con fenotipo negro” encontrados en Centroamérica. López, para quien el instrumento es vehículo constante de reconstrucción de la identidad, cree que se han encontrado figurinas precolombinas con representaciones similares al instrumento afroecuatoriano.
Durante la Colonia, en los pueblos esclavizados, se llegó a prohibir el uso de esta especie de xilófono, el baile y la canción que se desprendían de él, por su “efervescencia” que fue relacionada con lo demoniaco. Hoy, el instrumento y la música se usan tanto para las celebraciones, como para fiestas católicas o en los velatorios.
El grupo Afromestizo Candente, que agrupa a integrantes mestizos y afroecuatorianos, ofreció en el evento una muestra del sonido original del instrumento esmeraldeño, de su música y de bailes, con coloridas polleras al aire y sombreros en lo alto.
Jimmy Simisterra, director del grupo, recordó el naufragio del barco de esclavos a mediados del siglo XVI frente la costas de Esmeraldas. “A nuestros ancestros africanos los esclavizaron, los sacaron de su hábitat, pero hay algo que no les pudieron arrebatar: la información sobre como recurrir a la naturaleza para construir los instrumentos, eso lo trajeron en la cabeza”.
Intercultural
El músico y luthier Schubert Ganchozo imprime su sello al tradicional instrumento