El Ballet Jacchigua, durante un homenaje en la Capilla del Hombre. Foto: Archivo / El Comercio
Jacchigua Ballet Folclórico del Ecuador, con 42 años de existencia, cuenta con el Centro de Convenciones Eugenio Espejo como sede desde hace un año, cuando se celebró un convenio con el Municipio de Quito y Quito Turismo. En este espacio se lleva a cabo un proyecto en el que se realizan espectáculos todos los miércoles y viernes.
Rafael Camino, fundador y director de la agrupación, da a conocer que los miércoles se presenta la obra ‘Primer Patrimonio Cultural Vivo’, mientras que los viernes el público puede atender al ‘Espectáculo Patrimonial’.
En ambos casos, 60 bailarines, músicos, técnicos e investigadores sociales hacen un recorrido por las manifestaciones culturales de los andes ecuatorianos. La puesta en escena tiene una duración de cerca de dos horas y cuenta con 2 800 kilos de vestuario y elementos técnicos.
“Estamos preparándonos todos los días porque queremos demostrar que Ecuador está al más alto nivel técnico, con estilo propio y mensaje en las coreografías”, dice Camino.
El Ballet Folclórico también tiene presentaciones al aire libre, con el proyecto Fiestas Patrimoniales. Estas se realizan en el Centro Histórico de Quito, en fechas en las que se celebran las tradiciones culturales y religiosas ecuatorianas.
Para el 2 de noviembre, por ejemplo, los danzantes de este grupo están preparando un montaje en el atrio de la catedral para conmemorar a los difuntos. Esta puesta en escena será un recordatorio de cómo los pueblos ancestrales hacen un homenaje y comparten con quienes ya partieron. Para ello, Jacchigua repartirá guaguas de pan y, como elementos decorativos, habrá cuyes, conejos y gallinas. Las danzas de la paz y de la vida no faltarán.
En la agenda también está el Pase del Niño, que se realizará en coordinación con el Convento de San Francisco, y la Fiesta de Reyes, que se llevará a cabo junto a la Iglesia de la Compañía.
El Ballet también cuenta con proyectos con enfoque social. Uno de ellos es el de Alfabetización patrimonial comunitaria, en la que se ofrece charlas sobre los procedimientos para hacer investigación cultural y trabajar en proyectos artísticos que rescaten la memoria.
La inclusión es otro eje en el que esta agrupación de danza trabaja. Para ello ha emprendido convenio con diferentes instituciones para personas con deficiencia de audición y lenguaje, deficiencia intelectual y discapacidad visual. Como fruto de este proceso, en 2018 se presentó la Noche de inclusión, en la que se demostró que la danza es un idioma universal.
Alrededor de 300 personas conforman esta agrupación de danza, divididas en 9 grupos. “No solo hay bailarines, sino hay un compromiso con la cultura, es un servicio”, asegura Camino.