En el ritual que se realizó en Cuenca participaron líderes de las pueblos cañaris, puruhaes y kichwas otavalos. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO
Cada 21 de diciembre los pueblos andinos agradecen al sol por la germinación de las semillas y por el inicio de un nuevo ciclo de siembra. En Cuenca y Saraguro, se celebró así el Kapak Raymi con rituales, música, danzas folclóricas y alimentos el fin de semana.
En Cuenca la fiesta duró tres días y fue organizada por la Prefectura en la céntrica plaza Nueve de Octubre. El programa empezó el viernes con la entrega de semillas germinadas a algunos líderes y autoridades de los gobiernos locales de la provincia.
También hubo cantos a la tierra por parte de taitas (padres) y abuelos, y una ceremonia para atraer energía a los bastones mando que al siguiente día -en otro ritual ancestral– recibieron 17 líderes azuayos que se han destacado por el trabajo en sus comunidades.
El sábado 21 de diciembre, el sol fue intenso y acompañó toda la jornada que se inició a las 05:00 con la elaboración de la Koricancha, representada en una estrella gigante de 12 puntas que recreaba los meses del año. Los bordes fueron demarcados con coloridas frutas de la temporada, granos y pétalos de rosas.
En el antiguo imperio inca la Koricancha era el espacio más sagrado del Tahuantinsuyo dedicado a adorar al sol, explicó la otavaleña Luz Pineda, quien a media mañana dirigió la ceremonia de energización.
Le acompañaron yachaks (sabios) cañaris, cholas cuencanas, shuar, saraguros y puruhaes. Juntos invocaron a los cuatro elementos de la naturaleza (agua, fuego, tierra y aire), para que les permitan obtener las cosechas para el nuevo año, dijo Juan Picuya, a quien le encomendaron el agua.
Asociaciones de emprendedores, como Jambi Huasi, ofertaron hierbas medicinales durante una feria. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO
Dentro del altar ceremonial también estuvieron niños porque -de acuerdo con la cosmovisión andina- el Kapak Raymi realza la nueva vida, la fuerza, el liderazgo y lo espiritual.
Por eso, dentro de esta celebración hay dos rituales especiales que no pueden faltar: el warachikuy, que es la entrega del sombrero, cinturón de cuero y el tupu (prendedor) a los jóvenes que cumplen 14 años; y el bastón de mando a los líderes comunitarios electos.
El warachikuy es un término kichwa que en español significa que los jóvenes se convierten en ciudadanos comprometidos con su comunidad. Los padres festejan cuando su hijo, hombre o mujer, cumple los 14 años. Para el indígena Oswaldo Huilcapi, con esto resaltan el cambio de etapa de niño a joven.
El viernes 20 de diciembre, 10 jóvenes del cantón Saraguro vivieron este ritual. Ellos recibieron de sus padres la indumentaria típica y con esto se comprometieron a vivir en comunidad y mantener la identidad.
El objetivo es que los nuevos jóvenes se apropien de su cultura a partir de los sabios consejos de los padres para así formar a nuevos líderes.
Ellos también participaron en la ceremonia ancestral de cambio de bastón de mando, símbolo de autoridad, que se cumplió el sábado en la comunidad de Ilincho.
El Consejo de Ayllus posesionó a Vicente Vacacela, de la comunidad de Lagunas; José Luis Andrade, de Gunudel; y Lauro Chalán, de Ilincho, como las nuevas autoridades.
Este acto solemne y espiritual fue presenciado por más de 800 personas de las tres comunidades. Todo el tiempo sonó la música alegre entonada con instrumentos andinos como los chaspishka.
En Cuenca, 17 líderes recibieron el bastón de mando, entre ellos mujeres como Ángela Rojas, Cecilia Prado, Rosa Pillco, Patricia Mogrovejo y María Paute. Con esa misma alegría vivían nuestros antepasados esta fiesta, dijo Paute.
A ella, sus padres le contaron que el Kapak Raymi se practicaba antes de la llegada de los españoles y que siempre se vivió con profunda espiritualidad. “A partir de este solsticio empezamos a deshierbar la chacra y celebramos el nuevo ciclo de vida, dijo Pillco.
En Cuenca, la ceremonia del sábado culminó con la tradicional pambamesa y en Saraguro con la muguna, que en ambos casos se trata de compartir una comida comunitaria entre todos los presentes.
El sábado 21 y el domingo 22 de diciembre hubo danzas folclóricas, música andina y una feria donde se ofertaron artesanías y medicinas naturales.