Gilberto Santa Rosa se emociona al hablar de Miredys, Gilberto Joel, Omar y Javier, sus hijos. Tienen entre 23 y 27 años y hoy los ve como los adultos a los que debe dejar volar. No es fácil, lo admite, pero ha logrado hacer de ellos personas de bien, con el ejemplo de su padre, don Gilberto: “el mejor del mundo”.
¿Cómo ha sido su faceta de padre y de hijo?Mi papá es mi personaje favorito. Lo mínimo que puedo hacer es tratar de parecerme a él. Soy padre desde los 19, lo que me obligó a madurar. Y por la escuela de mi papá, la asumí. Ahora estoy en una etapa diferente porque mis hijos ya son adultos. Son muy distintos. Los varones tienen habilidad para los instrumentos, y los cuatro cantan muy mal (ríe).
Ya que no fue la voz, ¿qué heredaron de usted?
La honestidad, el respeto, ese apego al vínculo familiar… heredaron muchas cosas más allá de las físicas y también trajeron cosas a la mesa que yo respeto. Fue interesante ver a un jovencito tratando de levantar una carrera como esta y una familia y tratar de ser el papá que debía ser.
¿Qué era lo más difícil?
El tiempo, porque yo no lo controlaba. Trabajaba muchísimo con la orquesta de Willie Rosario. Había inmadurez, pero ser papá fue mi prioridad. Era muy difícil armonizar, porque uno deja de ser un muchacho de 19 años que está labrándose un futuro. La mamá de mis hijos y yo trabajamos duro. Tuve una escuela en mi casa y una niñez lindísima. Mis padres me inculcaron la responsabilidad. Eso me ayudó y fuimos creciendo todos a la vez.
¿Tiene algún recuerdo especial con su padre?
Íbamos a mi escuela en el último año. Mi padre sabía que mi vocación iba por encima de cualquier otro oficio. Y me dijo: “Quiero que sepas que tu mamá y yo te vamos a apoyar en lo que decidas hacer”. Y me dio un consejo: “Si tú quieres ser cantante, carpintero, dale, pero prepárate y trata siempre de superarte”. Ya yo era cantante en mi mente y en mi corazón desde los 17, pero aún había el estigma de que los artistas eran bohemios y viciosos, y temía que mis padres se preocuparan. Pero fue todo lo contrario y fue su iniciativa. Ese fue el día más importante en mi carrera, porque si no, no estaría aquí.
¿Cómo ha aplicado el ejemplo de su padre en sus hijos?
Ellos han tenido la bendición de que su abuelo vive y han visto mi relación con mi padre. Todo eso ha sido para bien. No puedo asegurar nada porque cada uno es un mundo y ellos tienen su manera de pensar, ojalá ninguno se me equivoque, pero si pasa, escuela no tuvo para eso.
¿Qué es lo más difícil?
Lo de la individualidad. Cuando son adolescentes y adultos jóvenes chocas con conceptos e ideas. Después de tener una diferencia con ellos te encierras en el cuarto y dices: “ya es un hombre, déjalo”. Cuando se independizaron se me hizo muy difícil entender que ellos tenían necesidades más allá de su casa. Yo juré que nunca iba a repetir lo que me decían, pero tuve que romper mi promesa y decirles que los tiempos no son iguales, que todo está más violento y peligroso. Y como papá tú estás pendiente de tus hijos, pero no puedes llamar a un muchacho de 25 años a las 02:00 y decirle “hello, ¿dónde tú estás?”. Él debería decirte “yo estoy donde quiero estar a los 25 años”, porque a los 19 su papá estuvo donde quiso estar. Es bien difícil.