‘Al ir al estudio tenía poca cosa’ el comienzo de una melodía, algunas palabritas, algún demo perdido de una época pasada. Entonces se trató de confiar y hacer algo”. Es Fito Páez quien habla. Y se refiere a su último disco, ‘Confiá’ (en argentino), que presentó esta semana en la Casa de América de Madrid.
El trabajo trae 12 canciones que surgieron, como él dice, de la nada, con poca planificación, pero en un ambiente ideal: una casa cálida en las afueras de Buenos Aires. “Algunos llevamos a nuestros hijos, nos juntamos con un poco de familia y pusimos toda la concentración que necesita una experiencia en la naturaleza, en la que vas a inventar algo”.
El segundo escenario fue junto al mar. Allí escribió sobre todo las letras. “Los viajes fueron el único plan del álbum, el resto fue llegar y hacerlo, confiar”.
En el disco se plasma su estilo invariable, mucha poesía, bastante piano y guiños al jazz; el single Tiempo al tiempo es una especie de ‘Dar es dar’ moderno. Se defiende de quien le atribuye un álbum más sencillo y optimista, o menos crítico en relación a otros. “Hay una hora en el día para todo –responde riendo-, no creo que sea un disco positivo aunque la palabra confiar se pueda tomar como un terrorismo intelectual: pedirle a alguien que confíe”.
Pese a lo que argumenta, el origen del disco se sitúa del lado de ver la vida desde las luces y las salidas. “Hacé de cuenta que estás en Hong Kong, no tenés un peso, no hablas inglés ni ningún idioma asiático y te tienes que ganar el pan; te lo vas a ganar con lo que tenés, con tu vida. El álbum se trató de eso”, explica en su intento de dar un marco teórico al trabajo.
Tiene la certeza de que llevará al recién nacido a América Latina, pero no sabe cuándo ni a qué lugares. “Ya sabes que en América es muy difícil hacer planes, todo es muy frágil, pero seguramente iré a Ecuador (…)”.
Fito descarta que ‘Confiá’ sea un remanso de paz entre tanto ajetreo de proyectos en el camino, que todo en él es pasional y que su trabajo es a la vez “tormenta y maravilla”. “Cada noche que subo a una tabla es una experiencia única, por eso me encanta”. Se reconoce caótico y poco planificado: “Empiezo a hacer un tontería en un papel y eso se transforma en una película o una canción…”.