Cuando las luces del escenario se encienden y la música empieza a sonar, toda la atención recae en el o la artista sobre el escenario. Lo mismo ocurre en la TV, internet o en cualquier medio que exponga una carrera musical. Lo cierto es que los halagos o las críticas se dirigen al protagonista, muchas veces obviando que detrás del acto hay una figura que dirige el timón en las vertiginosas aguas de la industria: el mánager o representante.
Desde hace algunos años se ha evidenciado una tendencia: la madre del artista aprende en el camino y trata de interpretar un rol dentro del engranaje de las empresas del espectáculo, tan importante, que se oferta como opción académica de tercer y cuarto niveles en varios países.
Por eso, si algo tienen en común los internacionales Usher, Justin Bieber, Britney Spears o Miley Cyrus con artistas tricolores como Daniel Páez, Vernepia o Frances Possieri es que detrás de las directrices de sus carreras estuvieron o están sus respectivas mamás, o como se les dice en el medio: ‘mamánagers’.
En el caso de las representantes nacionales, la razón para vincularse al trabajo de sus hijos es usualmente la falta de opciones y la necesidad real de alguien que se apodere de temas como la firma de contratos artísticos, la gestión de regalías con sociedades de autores e intérpretes, el contacto con los medios y la delegación de funciones de marketing, sonido, producción discográfica y ensayos.
El trabajo es fuerte y les demanda gran parte de su tiempo, que es compartido con sus actividades profesionales establecidas antes de que despegaran las carreras de sus hijos. “Ahora dedico 65% o 70% de mi tiempo a ello (al manejo artístico) y el resto a mi oficina (de bienes raíces). En vacaciones es hasta el 90%”, asegura Ivón de Possieri sobre lo que representa estar detrás de la carrera de su hija, la cantante Frances Possieri.
Pero aparte de una inversión de tiempo hay un fuerte esfuerzo económico, ya que los padres se convierten en la discográfica de sus hijos, son responsables por todo egreso discográfico, videográfico o promocional. “Su papá es quien apoya económicamente, porque hay que tener una inversión si no hay una disquera o auspicios”, revela Jeaneth Salgado, madre de Daniel Páez, a la vez que agrega que hoy su hijo genera sus propios ingresos y que se ha recuperado lo invertido.
Queda claro, al menos para la realidad nacional, que no solo basta con el talento sino que el respaldo económico es vital, y en el caso de los ejemplos citados esta ha sido la norma. Al final, el nombre de sus representados se convierte en otra empresa familiar. Por eso también, como buenas líderes, el aprender en la marcha y mantener una vida familiar saludable pese a la fama aparecen como los principales retos de las ‘mamánagers‘.
Así, mientras Frances es acompañada por su madre a todos sus compromisos sin que eso distraiga el buen ambiente familiar, en la casa de Daniel Páez se evita hablar de trabajo y se prefiere comunicar por e-mail lo profesional. De igual forma, en el hogar de Vernepia (dúo formado por Nínive y Adrián Sánchez), Nancy Uquillas -que aprendió a moverse en el medio viendo a los mánagers previos de sus hijos- ha determinado una reunión semanal en casa para planificar. “Puede haber desacuerdos por el trabajo pero se mantiene una buena relación”, comenta.
Las tres madres coinciden en que si las carreras de sus hijos crecieran al punto de necesitar un representante mejor calificado, ellas no tendrían problema en ceder. De hecho, esa es su aspiración, ya que ninguna pensaría en representar otros actos pese a que las ofertas no han faltado.