La carencia de actividad física en la vida de las personas aumenta los riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Foto Referencial: Flickr
Las enfermedades cardiovasculares todavía se mantienen como la primera causa de muerte en todo el mundo, muy por encima del cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes.
Alrededor de 17 millones de personas fallecen al año por esas afecciones y se estima que en el 2023, el número crecerá a más de 23 millones.
A pesar de que en todo el mundo aumentó la prevalencia de los factores de riesgo como el tabaco, sobrepeso, diabetes, hipertensión y sedentarismo, cuatro de cada cinco infartos sufridos por hombres se podrían evitar, según un estudio publicado por el Colegio Americano de Cardiólogos, mediante la adopción de hábitos saludables.
En el Ecuador, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte. Así, a nivel nacional, de 62 900 muertes registradas en el 2014, cerca de 13 000 estuvieron vinculadas con enfermedades cardiovasculares (6 800 hombres y 6 240 mujeres).
Las principales causas para que la enfermedad mantenga niveles altos de impacto en la población siguen relacionadas con el estilo de vida. Es decir, si no se reducen el consumo de grasas saturadas, de azúcar y de sal, más la carencia de actividad física, las estadísticas desfavorables seguirían en aumento.
Según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos del Ecuador (INEC), en el 2014 se reportaron un total de 4 430 muertes por enfermedades isquémicas del corazón, mientras que por insuficiencia cardíaca, los fallecimientos llegaron a 1 316. Las arritmias cardíacas sumaron un total de 168 muertes, mientras que los decesos por paros cardíacos, en ese mismo año, fueron 106.
Los especialistas también creen que una medida necesaria para bajar los índices está en llevar una cultura de prevención, con chequeos médicos que permitan evaluaciones constantes en la persona. Por ejemplo, en el caso de la mujeres, a partir de los 50 años, los controles deben ser más rigurosos. Sin embargo, el criterio de la edad es aplicable para todas las personas pues las condiciones de riesgo aumentan.