En su trabajo en China fue un “traductor de partituras”. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Durante seis meses, el pianista, arreglista y compositor ecuatoriano Juan Pacheco hizo una investigación musical en Asia, donde aprendió a leer partituras con símbolos numéricos y a adaptar temas al popular instrumento de viento llamado ocarina.
Pacheco, junto con su amigo y colega Alonso Quijano, viajó a China en junio de 2016, tras haber conseguido la beca Jóvenes Líderes, otorgada por el Gobierno chino.
En ese tiempo, recuerda el pianista, tuvo la oportunidad de aprender a leer partituras “totalmente diferentes a las que conocemos: nosotros tenemos el pentagrama y las notas musicales; ellos mantienen un sistema numérico y todo funciona solo con números y signos”.
Fue la segunda vez que Pacheco visitó China y, como resultado de su investigación musical, presentó el libro denominado ‘Arreglos para piano y ocarina de música tradicional china’, que se acompaña por un disco de su autoría, titulado ‘Nubes plateadas’.
El texto, según indica el compositor, ha sido difundido en las universidades de China y será utilizado para estudios en las academias de música de ese país asiático, pues “Alonso (Quijano) sigue allá y se está encargando de la difusión en China. Estoy esperando que me mande los derechos de la obra para poder sacarla a la venta en Ecuador”.
El libro cuenta con una descripción de todos los arreglos que hizo Pacheco y está presentado tanto en partituras orientales como en occidentales. La música tradicional china, según el artista, tiene un sonido muy característico que él acopló a un ritmo occidental, lo que le da un toque de fusión que la gente asiática escucha con asombro.
El disco, por su parte, se compone por 10 canciones tradicionales chinas, que fueron cuidadosamente elegidas entre una preselección de 200 temas. “Escogimos las canciones que podían ser interpretadas en ocarina y que podían ser arregladas con un sonido occidental. Ese es un instrumento muy limitado y no se puede interpretar con él cualquier canción”.
Quijano es un experto en la ocarina, según comenta Pacheco. Ambos artistas ecuatorianos dedicaron el primer mes de su investigación a ir a bibliotecas musicales y solicitar todo tipo de discos para escuchar, aprender y traducir partituras. “Aprender a leer esas partituras fue tan difícil como aprender a hablar mandarín. El primer mes nos dedicamos a realizar algo así como traductores de la música”.
Con el apoyo de dos tutores chinos -un docente y un musicólogo- Pacheco escogió temas claves que solo podía encontrar en archivos musicales, pues “allá no hay YouTube ni Facebook, así que fue un reto porque teníamos que ir a la biblioteca y pedir en mandarín que nos den tal disco”.
Los dos siguientes meses de su estadía en China consistieron en hacer arreglos, escribir, crear y componer. Los tres meses restantes de su investigación los pasó en un estudio de grabación, creando ‘Nubes plateadas’, con sus fusiones para piano y ocarina.
“Lo que más me llamó la atención de la música asiática es que los orientales no se manejan por ritmos. Allá no es como tocar un pasillo, que sabes que tiene un ritmo. Ellos se basan en cuestiones melódicas, porque no tuvieron la influencia africana, que es la que le ha dado a nuestra música lo que nosotros conocemos como ritmos”.