‘Más pronto muere el que amenaza que el que hace las cosas con honestidad”. La reflexión es de Mariana Jiménez, ecuatoriana de 71 años que vive en Lago Agrio y llegó a Nueva Orleans, Estados Unidos, para conocer el impacto de la contaminación petrolera en el golfo de México.
El tema no es nuevo para esta mujer que nació en Loja y que en 1971 fue expulsada de su provincia por una voraz y larga sequía que dejó a su familia sin tierra y sin trabajo.Mariana Jiménez se encuentra en Nueva Orleans no solo para mirar de cerca las huellas del desastre provocado el pasado 22 de abril por la explosión de una torre de perforación submarina de crudo. Ella visita EE.UU. para contar lo que ocurre en las zonas petroleras de la Amazonía ecuatoriana desde hace 30 años.
Por eso pronuncia con énfasis esa frase: “Más pronto muere el que amenaza que el que hace las cosas con honestidad”.
Se refiere a las respuestas que dan los voceros de Texaco-Chevron cuando ella o sus compañeros (Luis Yanza y Humberto Piaguaje, de la Asociación de Afectados por la Texaco) denuncian los daños que dejó la compañía en Ecuador.
Los representantes de la empresa suelen tener réplicas muy duras no solamente contra los miembros de esa Asociación sino contra quienes, según Texaco-Chevron, hacen acusaciones temerarias y falsas.
En las intensas jornadas que Jiménez vive en su recorrido por la zona del desastre en el golfo, la acompaña María Lya Ramos, una estadounidense treintañera de origen boliviano, con masterado en Desarrollo Social y doctorado en Economía Ambiental.
Ramos pertenece a la organización Rainforest Action Network (RAN), con sede en San Francisco, California.
Ella dirige la estrategia de la RAN “contra las grandes petroleras internacionales que privilegian la explotación del crudo sobre el respeto al ser humano”.
La RAN tiene el respaldo de Amazon Watch (AW), entidad ambientalista financiada por ciudadanos y entidades independientes de Estados Unidos.
Han Shan, un productor de cine neoyorquino, es uno de los 14 miembros activos de AW.
Shan es el editor del blog de AW y uno de los responsables del documental que su organización prepara sobre la tragedia ambiental en el golfo.
Junto con Mitch Anderson, otro integrante del equipo de AW, Shan trabaja en el seguimiento de la lucha de las comunidades amazónicas perjudicadas por la Chevron-Texaco.
Como muchas organizaciones que realizan trabajo a la vista del público, RAN y AW caminan por la delgada frontera entre el ecologismo solidario y el activismo ideológico.
La Chevron, acusada por los amazónicos de haber dejado muerte, destrucción, enfermedades y epidemias luego de 30 años de explotación petrolera, replica con inculpaciones igualmente graves.
Sara McMillen, científica ambiental de Chevron, asegura que sus técnicos, epidemiólogos y analistas de agua no han encontrado evidencia alguna de que el incremento de la causa de muertes por cáncer sea consecuencia de la contaminación petrolera.
La vocera argumenta que las muertes y las enfermedades se deben a la excesiva pobreza en la zona, a la falta de tratamiento de aguas servidas que van a los ríos y a la escasa remediación ambiental que hace Petroecuador.
“Eso es mentira”, dice Mariana Jiménez, “como también es mentira todo lo que se dice contra Rainforest y Amazon Watch”.
Mientras se abraza con niños de la tribu Houma, que la reciben en Nueva Orleans con una danza ancestral de purificación de la naturaleza, Jiménez dice que RAN y AW no son organizaciones ideológicas sino ecológicas. Y dice que eso no solo lo sabe ella sino, sobre todo, Dios.
Una red que se va expandiendo por el mundo
No es fácil reunir en Estados Unidos a dirigentes indígenas de Ecuador, Canadá, Alaska, Louisiana…
Pero eso lograron Amazon Watch, Rainforest Action Network y la comunidad Houma (un pueblo ancestral asentado por siglos en las orillas del mar, en el sureste de Louisiana).
Las tres organizaciones juntaron a líderes comunitarios a los cuales les une la misma tragedia: la contaminación de las tierras donde viven.
En la sede Houma, los dirigentes se conocieron y compartieron sus experiencias.
Los visitantes escucharon a las víctimas de la contaminación petrolera del golfo de México, que azota la región desde el 22 de abril pasado. A cambio, los anfitriones conocieron el impacto de desastres como el de Exxon Valdez, en Alaska (1989), y Texaco, en Ecuador (1972 a 1992).
Es la semilla de una red mundial para vigilar las remediaciones petroleras.