El lunes, en el primero de los dos conciertos de la Orquesta Juvenil de las Américas (YOA por sus siglas en inglés), en el escenario de la Casa de la Música habían instalado un tanque de oxígeno. No fue necesario usarlo. Pese al brío demostrado por el director mexicano Carlos Miguel Prieto, el oxígeno fue retirado durante el intermedio. Prieto, descendiente de una familia de músicos mexicanos, generó una enorme empatía, no solo con los jóvenes músicos de la YOA, se ganó la admiración del público, rompió el protocolo que generalmente es rígido durante un concierto de música académica y casi terminó bailando sobre el escenario. El repertorio, muy cuidadosamente programado, fue alterado al final. La ruptura la inició el clarinetista José Franch-Ballester, quien poco antes había deslumbrado al público en la interpretación del Concierto para clarinete, piano, arpa y cuerdas de Aaron Copland (1900-1990). Con un fino sentido del humor, Franch-Ballester acomodó en el escenario tres atriles con partituras de música popular colombiana de José Barros. Después de la magnífica ejecución de la Sinfonía 1 en Do menor, opus 68, de Johannes Brahms (1833-1897), y tras la ovación del público, Prieto inició la conquista del público quiteño a guisa de simpatía.Comenzó presentando a los tres integrantes ecuatorianos de la YOA: Manuel Ignacio Moreno Heredia, Simón Gangotena Ortiz (viola) y a Moisés Pauta Quijije (violonchelo). Los ánimos estaban encendidos, el público saludó con toda la cordialidad a los compatriotas. Como para anticipar lo que viene el viernes, Prieto ordenó a sus músicos que interpretaran Mambo, uno de los ritmos que forma parte de las danzas sinfónicas de West Side Story, compuestas por el memorable Leonard Bernstein (1918-1990). Parecía que el Mambo de Bernstein era el ‘finale’ del repertorio fuera de libreto. Había más, los músicos bajaron del escenario, una parte del público se contagió y la fiesta se prendió en la Casa de la Música. El concierto de la YOA había comenzado con la Sinfonía India del compositor mexicano Carlos Chávez (1899-1978). En México Chávez fue uno de los mejores exponentes del género de música nacionalista. La parte final de la sinfonía, que tiene solamente un movimiento, es fuerte y emotiva. Era un excelente anticipo de lo que venía a continuación, el Concierto para clarinete del estadounidense Copland. De difícil ejecución, ese concierto destaca a los músicos virtuosos como Franch-Ballester. La ejecución de un solo de un poco más de dos minutos deslumbró al público. La fuerza de la orquesta fue notoria con la sinfonía de Brahms, la primera de las cuatro sinfonías que compuso el alemán. El próximo concierto de la YOA es el viernes, mientras tanto ofrecerá ensayos didácticos y conferencias. El sábado se grabará un CD con Philip Glass.