Ni bien la vista termina de recorrer un muro, al paso aparecen paneles con otros cuadros: abstractos, desnudos, retratos, animales, diseños arquitectónicos, paisajes… Las galerías y corredores del Centro Cultural de la PUCE se abren así a la muestra retrospectiva de Voroshilov Bazante.
Alrededor de 600 piezas creadas entre 1958 y el 2011 llevan la firma de un hombre que, nacido en Quito, se considera más ambateño porque a esa ciudad lo ligan su madre, su venerado abuelo, sus inicios con la pintura…
Después de Ambato llegarían la educación formal y los viajes, Brasil, Portugal, EE.UU., Bolivia, Canadá, Francia, Cuba, Checoslovaquia, Japón… esa otra forma de aprehender el mundo. Un mundo que Bazante expresa desde su prolífica obra, que si bien se inició con el paisaje, muestra variedad de búsquedas.
Su camino entre el arte figurativo y la abstracción lo explica con un ejemplo: “Un pintor en el borde del mar pinta las aguas, los pescadores, los botes… se aburre; entonces cruza un brazo de mar y mira que el agua se fragmenta a su paso, con colores, profundidades y reflejos… ya no puede sino ser abstracto, ya no hay ocasos que retratar”. Y Bazante no es el abstracto sin sentido, sino el micromundo, lo profundo de las cosas, es descarnar la realidad.
Su pintura es musical, líneas, volúmenes, dimensiones, colores… Rapsodia, armonía, matemática del arte. Bazante pinta con música clásica y cual si el lienzo fuese partitura, deja en él, no la mancha, sino el gesto de la mano, trazos circulares y grafías. Pero contrario a un genio impulsivo, Voroshilov planifica sus cuadros, simetrías y cromatismos se hacen en su mente, en el día a día, mientras conduce, mientras conversa…
Entonces, a la noche, el pintor abre su paleta, toma un único pincel y tonificado con dos whiskys se vuelca ante el lienzo, con trazo intenso. Dice que sufre cuando pinta, que es un momento de desesperación y desgarro.
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Antes era temperamental –confiesa–, la madurez ha trocado impulso por franqueza. Cabello cano y manos anchas, vestido de casual, Voroshilov no frecuenta los círculos artísticos, él se queda dibujando en su taller en el valle de Los Chillos o en el aula universitaria; él no se muestra, parece llevar el genio por dentro.
En algunos abstractos hay palabras pintadas, caligramas; es la necesidad de decir, de expresar, es la multidimensionalidad mágica desde las dos dimensiones del lienzo: caer en un hueco como Alicia y navegar por sensaciones. Por tempestades de colores, colores que –para Bazante– solo son posibles con la luz del Ecuador.
Como a Voroshilov le es imposible ver o amar a una mujer abstracta – lo dice entre risas– , la pinta desnuda, sin vestiduras y sin ataduras, libre en su belleza. Y se da a la pintura de adentro hacia fuera, por años, va desde el esqueleto, la musculatura, la piel, hasta el gesto, el movimiento, la emoción; y así el cuerpo deja de ser anatomía y empieza a ser sensualidad: voluptuosidades y sábanas, curvas y reflejos, líneas… ya sea en óleo, en acuarela, en grafito o sanguina.
Esa libertad está también en los animales, en el movimiento del caballo y el cuerpo del caballo; en los vuelos del pato canadiense, al que admira; en los gatos, que con él conviven… Disfruta de los animales como en su niñez, cuando en las Galápagos (adonde llegó cuando su padre era jefe territorial en tiempos de guerra) retozaba junto a las focas.
Por más enamorado que esté de su obra, sabe que el artista se reinventa; habla duro en contra de aquellos que han llegado al peldaño de oro, a venderse en un solo estilo. “Siempre quise llegar a ser maestro, pero no sé si lo he conseguido tengo insatisfacciones con mi obra…”, dice y mientras ve su obra expuesta, le invade una sed: quiere comprar 100 telas para comenzar una nueva serie, para buscar, para recordar amores, viajes, mujeres y trabajar con sus manos la geometría, el color.
De la muestra
La exhibición estará abierta hasta este sábado 9 de julio. Luego se reabrirá del 25 de julio al 27 de agosto en el mismo lugar.
La muestra da cuenta de la totalidad del trabajo de Bazante, desde 1958 hasta el 2011.
HOJA DE VIDA
Voroshilov Bazante
Nació en Quito en 1939. Es profesor de Dibujo arquitectónico en la UTE
Ha presentado su trabajo en más de 60 muestras en diferentes países. Actualmente, planifica el lanzamiento de un libro, con Trama ediciones, con una retrospectiva de su obra.