Primero cantante de jazz. Luego intérprete de ópera. Más tarde escritora y fuente de inspiración de un perfume llamado La Voce y de un chocolate del chef Daniel Boulud. A sus 53 años, Renée Fleming (EE.UU., 1959) se ha convertido en un ícono cultural que ha trascendido el mundo del canto lírico, con el que desde inicios de los ochenta se hizo conocer gracias a roles en óperas de Mozart, Puccini, Bizet, entre otros.
Si bien la música es una prioridad en su vida, esta comparte espacio con Amelia y Sage, sus dos hijas fruto de su matrimonio con el actor Rick Ross.
“Creo que esta es la parte más difícil de toda mi carrera. Cada vez que vuelvo a casa las veo un poco más grandes. Por suerte tienen un padre muy responsable que me ayuda mientras debo ir de un país a otro”, comenta.
Esta dedicación casi exclusiva a la música no es algo nuevo para Fleming. Desde muy chica supo cómo el arte cambia la vida de las personas. Esto porque su madre, una maestra de canto (que se resiste a la jubilación y aún dicta clases a cerca de 30 estudiantes), le enseñó que el trabajo es algo fundamental para progresar. Sobre todo si se es mujer, “pues ella siempre estuvo interesada en participar en la inclusión de la mujer en el campo laboral y artístico”.
Ese espíritu de lucha y laboriosidad es el mismo que quiere transmitirles a sus hijas. Uno de sus anhelos es verlas “al igual que su madre, dedicadas a lo que las apasiona”. Es por eso que su intención siempre será dejarlas explorar lo que deseen, “aunque, si soy sincera, una de ellas tiene ese espíritu de cantante de ópera”.
La libertad en la que deja a sus hijas es la misma que ella recibió de sus padres. Solo de esta manera tuvo la oportunidad de explorar en el jazz cuando era una joven viviendo en Nueva York.
Cuando comienza a hablar de jazz, es indiscutible abordarla con una pregunta: ¿y aún es este género importante en su vida? Asiente sin pensarlo dos veces. Comenta que no deja de escucharlo ni cuando sabe que tiene grandes conciertos encima.
Esta interesante mezcla entre tradición musical europea y lo que ha sido el jazz de los últimos años le brinda la posibilidad de atreverse, con su voz, a explorar en nuevos proyectos . Así lo afirma y, de hecho, es lo que ahora prueba con su participación en la banda sonora de la película ‘Rise of the guardians’, a estrenarse a finales de este mes.
“Me gusta retar a mi voz. Siento que solo así logro potenciar mi talento y hacerlo visible al público”.
‘Rise of the guardians’ no es el único trabajo reciente en el que explora nuevos colores con su voz. También está un proyecto que realiza en Chicago con el compositor peruano Jimmy López. Junto a él, lo que quiere hacer es montar una obra cuya base musical se encuentra en la tradición andina.
Como un paréntesis a toda esa carga de trabajo musical que tiene en la actualidad, es momento de hablar sobre un aspecto también importante en su carrera: ‘The Inner Voice: the Making of a Singer’, su primer y único libro publicado en 2004.
“Pues sinceramente nunca me di cuenta de cuán difícil puede ser escribir una historia como esta. Fueron largas noches en las que dejaba de lado algunas citas para dedicarme exclusivamente al libro. Al final, la satisfacción fue grande porque siento que logré transmitir todo lo que fue mi formación musical y cómo los padres de jóvenes músicos deben ayudar a sus hijos a surgir”, dice.
Intentado retomar ese hilo de la conversación en el que la música es el elemento clave para entender a una de las voces más prolijas de los últimos años, The Metropolitan Opera de Nueva York es un nuevo tema a conversar.
Semanas atrás, Fleming formó parte la transmisión en vivo de la ópera de Verdi, Otello, en la que en 60 salas a escala mundial se pudo conocer el tras bastidores de una producción de gran magnitud. Sobre esta experiencia, en la que ella interpretó a Desdemona, la artista apunta que “esta es una de las vías por las que la ópera se revitaliza y logra llegar a un mayor y diverso público”.
Esa emoción que siente al hablar sobre Otello es la misma que quiere transmitir a su público quiteño en su recital de esta noche. Para lograrlo, el programa -cuenta- fue ideado para que los “ecuatorianos experimenten varios instantes de la historia de la ópera: desde las obras clásicas hasta lo que ofrece el repertorio francés del siglo XX”.
Aun cuando son diversos los compositores que esta noche toman vida gracias a su voz, uno es bastante especial para ella en este momento. Se trata de Strauss, “a quien desde que lo conozco de cerca no he podido dejar, pues la tradición alemana me invade y me hace sentir verdaderamente una cantante sobre el escenario”.
Junto a la obra de Strauss se halla Debussy, otro de sus predilectos en su repertorio operístico al cual ha interpretado ampliamente durante este año en una suerte de homenaje a su memoria.
Más allá de su destreza en el campo interpretativo, existe una interrogante al respecto de su figura: ¿tiene rituales o amuletos que forman parte de sus presentaciones? Disiente por completo, pues afirma que si algo sale mal es por falta de preparación y no porque haya sido una cuestión de mala suerte.
“Si sabes lo que haces, lo haces bien. Si no, entonces hay que estar preparado para fracasar y no recibir ninguna clase de ayuda”.
Si bien este 2012 ha sido un año lleno de compromisos en varias ciudades, el próximo quiere que sea un poco más pausado. No porque quiera descansar en casa sino porque su idea es participar en una ópera, de la que no dice su nombre, “pues lo mejor es causar expectativa en el público”.