¿Cómo entender a ese monstruo que es la pareja amorosa sin caer en los clichés? La pregunta se antoja urgente luego de ver ‘Ódiame por piedad’, obra original de María Beatriz Vergara, que anoche comenzó su segunda semana en El Teatro del CCI (de jueves a domingo).
Vergara y Alfredo Espinosa, el otro protagonista de la obra, suben al escenario dirigidos por Christoph Bauman, quien, al contrario del nivel logrado por él mismo junto a Tamara Navas en la obra clown ‘Hay amores que matan’, no llega a sacar a los actores de la zona de confort: el chiste; restando así toda posibilidad de densidad a los personajes.
El lastre del chiste fácil es el que canibaliza las posibilidades del humor. Y quizá la debilidad resida directamente en el texto construido con retazos de estereotipos femeninos y masculinos: la loca y el pusilánime; la posesiva y el mártir; la mandona y el inseguro. Y así… todo al ritmo trepidante que solo alcanzan las montañas rusas emocionales.
Es precisamente el ritmo uno de los puntos fuertes, pues mantiene atento al espectador. Un sinnúmero de hechos aparentemente inconexos (y no lo son, pues Vergara se ha propuesto hacer símiles entre la esquizofrenia colectiva local y las varias esquizofrenias amorosas particulares) se suceden durante más de una hora, y seguro invitarán a más de uno a reír, de manera fácil.