No es usual, al menos no desde el estereotipo, que un espectador aspire a salir de una función de clowns feliz y con lágrimas que piden derramarse. Pero lo cierto es que hay clowns que nos arrebatan en medio de tanta ternura. Es el caso del argentino Marcelo Katz, quien con ‘Top top top’ nos conduce por sus recuerdos por arte de un mecanismo que logra que se mire al pasado con ilusión. El resultado es que el público suspira y sale con esa combinación de alegría y nostalgia.
“No sé si el estereotipo del payaso triste funcionaba siquiera con los payasos de circo. En el mundo del clown hay de todo: melancólicos, chinchudos, enojones, profesionales que son más alegres y livianos”, dice Katz, en un diálogo con EL COMERCIO.
¿Y usted cómo es?
Un poco de todo. No soy una persona triste, tampoco voy por la vida silbando y saltando charcos cuando voy a comprar papas.
¿Se es un clown en la vida?
No y sí. No, porque el trabajo de clown en el escenario tiene que ver con tomar lo que a uno le está pasando y hacerlo escénico, comunicarse con el público, jugar con todo lo que pueda, enfrentar el vacío con fascinación, divertirse sin saber lo que va a pasar y no desesperarse, estructurarse y cosificarse frente a eso. En la vida, uno tiene su trabajo, sus cosas, afectos, familia y no se puede andar como clown todo el tiempo. Al mismo tiempo, el trabajo, cualquier trabajo, nos lleva mucho tiempo y se mete en la vida de uno. Pero no es que uno va haciendo reír a la gente siempre.
¿Qué distingue a un clown contemporáneo del clásico?
Con los clowns clásicos de circo hay diferencias. El objetivo del payaso de circo es la risa. Para los clowns la risa es muy importante, pero el objetivo es el contacto con la gente, que haya un puente que le dé vida a esa relación. Para los clásicos lo más visible era su maquillaje tan cargado, la ropa tan colorida, el contemporáneo es más teatral. De pronto algún detalle de la vestimenta, alguna explosión por algún lado; pero si ves a uno contemporáneo, de lejos, podrían ser normales, de cerca, te asombra. El payaso de circo trabaja en pistas grandes y es mucho más trastocado con su vestuario.
¿Trabaja otra temática?
El payaso de circo trabaja además con los arquetipos del ridículo universal, el tropezón, el cachetazo. El clown de teatro no los excluye pero maneja elementos más internos: sus agujeros, sus deseos, sus fantasías, ilusiones, sus miedos. Por eso el material de los payasos es más transmisible de generación en generación. En el clown eso es más difícil porque es más personal.
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¿Qué debe tener una persona para ser clown?
El requisito es tolerar el trabajo. La gente cree que es todo fácil y juego; y claro que se tiende a eso, pero para llegar hay que sacarse las caretas con las que uno se defiende y dejarse ver. Y es muy arduo mostrarse tal cual, aceptarse como uno es, amigarse y compartirlo al público. Es un proceso largo en el que mucha gente se queda en el camino porque tiene su cuota de dolor, al mismo tiempo de alegría y fascinación.
¿Cuán poderosa es la nariz roja?
Las máscaras desenmascaran en vez de tapar. Cuando son buenas máscaras y cuando están bien llevadas permiten que algo que no está revelado aflore. Ese es el poder de las máscaras teatrales. En el caso de la nariz se da esto también. Es el símbolo del juego porque es una pelota. Tenemos una pelota en la cara. Es una máscara de mucho contacto con la gente: está abierta y proyectada hacia todos los espectadores. Si tuviera una nariz larga y puntiaguda iría para adelante, pero al ser redonda se abre a todos.
¿Cómo se enseña a manejar ese poder?
En la escuela usamos pedagógicamente la nariz. Los primeros meses trabajamos sin ella, con ropa negra, neutra. Ven lo descarnado que es estar ahí con su cuerpo y cuando empiezan a amigarse con eso, viene la nariz. Así no se acostumbran y no pasa a ser una cosa más impuesta ahí.
¿Cuál es la característica de un clown?
Su transparencia. Vivimos en un mundo en que constantemente estamos demostrando lo que creemos conveniente. Y encima muchas veces elegimos mal lo que mostramos. El clown es revolucionario en el sentido de un mundo que está cargado de decisiones racionales. El público agradece su sinceridad porque no está acostumbrado a que se le muestre todo: cosas lindas y miserias.
¿Hay un clown latinoamericano, así como el clown europeo o el norteamericano?
El clown es universal. Las grandes temáticas son sus temáticas. No hace humor con lo que dijo el ministro de economía ayer. El clown trabaja con el miedo a la muerte, con el miedo a la libertad, con el hambre, el amor, la amistad, la soledad. Cuando el trabajo funciona es universal en Europa o Latinoamérica. Estados Unidos va por otro lado: se basa en malabares, acrobacia, muy cerca a la técnica del circense.
HOJA DE VIDA
Marcelo Katz
Tiene una amplia formación en teatro, danza, clown, máscaras, música y circo. En 1993 creó La Trup, primera compañía de Nuevo Circo de Argentina.
Actualmente trabaja su show ‘Top top top’.