Pintado en 1937, tras las impresiones de las que fue sujeto Pablo Picasso al enterarse del bombardeo a Guernica, el cuadro homónimo de la villa vasca ha pasado a ser conocido como un ícono del arte del siglo XX.
Bajo el régimen de Franco, la pintura reposó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Con el regreso a la democracia el enorme cuadro volvió a España, como lo había pedido su autor. Primero se exhibió en el Casón del Buen Retiro y luego en el Museo Reina Sofía, donde se halla en la actualidad.
Con dimensiones de 349 x 776 cm., el Guernica, un óleo sobre lienzo, es un cuadro no narrativo, sino simbólico. Como elementos simbólicos, entre otros, constan nueve figuras, seis humanas y tres animales. Las figuras se cortan entre sí y son imágenes descompuestas –en relación al cubismo– como si se tratase del resultado de una explosión.
La estructura responde a un tríptico a la manera de los retablos clásicos. La composición se basa en un triángulo central, inscrito en un rectángulo, donde el artista se entregó al juego de luz y sombra, al contraste entre blanco y negro, con una gama de grises de por medio. La selección cromática responde –según algunas consideraciones– a que Picasso conoció los sucesos acaecidos en Guernica a través de los periódicos.
Por ahora nos enfocamos en cinco puntos que dan pistas para entender esta obra maestra:
1. El vértice superior del triángulo central está definido por la bombilla que ilumina la pieza. Según muestra el trabajo del pintor, evidenciado en el boceto y las modificaciones constantes, antes de bombilla se trataba de un sol. Además de la similitud etimológica entre bombilla y bomba, este elemento ha sido interpretado como manifestación del avance tecnológico, que si bien puede ser un progreso social, también es manejado como instrumento de destrucción masiva.
2. El guerrero abatido es la base del triángulo central. Su figura descompuesta (apenas se distinguen su cabeza y brazos) soporta la violencia y la opresión de los demás elementos compositivos, especialmente de los cascos del caballo; mientras que la flecha que parte desde él se traduce como la elevación del alma. En un primer momento el guerrero se pintó con el puño levantado, algo que Picasso cambió, acaso para decir que el Guernica no era pieza de propaganda política, sino un alegato por la paz. Junto a la espada rota se ve una pequeña flor, mínima esperanza ante la desolación.
3. La esquina superior izquierda del cuadro es el punto hacia el cual se dirigen todas las miradas de las figuras y hacia donde se dirige el movimiento de la composición (de derecha a izquierda, contrario a la lectoescritura occidental). La dirección de las miradas y el dinamismo hacia este punto expresa la voluntad de las formas: un deseo de fuga.
4. En esta parte del tríptico es donde más se demuestra el juego con distintos espacios dentro del cuadro, interiores y exteriores. En la pintura los edificios se pintan indistintamente desde dentro de sus salones, como por sus muros y tejados. Además en esta sección de la obra se observa la plegaria de una persona en llamas; mientras otra camina descompuesta con la pierna herida y una más aparece por la ventana con una lámpara en su mano; esta mujer ha sido leída como una alegoría a la República, extraviada y desorientada.
5. El pájaro -¿una paloma?- descompuesto es el nexo entre los otros dos animales de la pintura: el caballo y el toro. El ave, apenas perceptible gracias a una mancha blanca, está con el ala quebrada, como connotación de la paz rota. A su derecha se ubica el caballo quien mira hacia la izquierda con una expresión de dolor y terror; atravesado por una lanza, su cuerpo, en total desequilibrio, está a punto de caer. A la izquierda del ave se muestra el toro, también con el gesto desencajado, evade mirar la situación. Picasso señaló que se trataba de la “oscuridad y brutalidad”; a sus pies está una madre que llora la muerte de su tierno hijo, el modelo de su representación se emparenta con La Pietà.