El 21 de abril de 2010 al depositar, como es tradición, una serie de objetos en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes para que se abrirá en 100 años, en 2110, José Emilio Pacheco dijo: “Lo dejo para que quien abra esto en cien años sepa quién fui, porque no creo que nadie recuerde mi obra”.
La modestia, humildad y generosidad fueron siempre características del poeta, quien murió este domingo a causa de un paro cardiorespiratorio. Pachecho también era ensayista, traductor, novelista y cuentista; perteneció a la llamada ‘Generación del Medio siglo’, junto con Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Vicente Leñero y Juan Vicente Melo.
También lo caracterizó su mirada crítica al poder y la política, el gran sentido del humor, la confianza en los jóvenes, la amistad y la vitalidad. La mañana del 30 de junio, cuando recibió la llamada del Instituto Cervantes para informarle que era el ganador del Premio Cervantes de Literatura 2009, apenas unos meses después de que le habían concedido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, José Emilio sólo pensó, dijo entonces, en “palabras ya muertas”: “Estoy zorimbo, turulato o patidifuso”.
Él no tuvo que acudir al diccionario, era un escritor enciclopédico aunque siempre pecaba de modestia; lo sabía casi todo y tenía la opinión precisa para todo, pero siempre hacía saber que aún le faltaba mucho por aprender, por leer y escribir. Sabía que patidifuso significa “que se queda parado de asombro”, que zorimbo equivale a “falto de entendimiento o razón” y que turulato es lo mismo que “alelado, estupefacto”.
Pacheco, quien en 2014 hubiera cumplido 75 años, fue uno de los más importantes poetas e intelectuales mexicanos del siglo XX. Autor de una obra con amplios registros desde su ingreso a la literatura en 1958 con sus relatos ‘La sangre de Medusa’. Carlos Monsiváis -fallecido en 2010-, su gran amigo, destacó en José Emilio “la pasión por la metáfora, la concentración en unas cuantas líneas de un relato casi siempre pesaroso, el gusto por los relatos inesperados, el despliegue del poder de síntesis, el ejercicio múltiple de la metáfora, el juego de analogías como espejos de la devastación, la alabanza jubilosa del paisaje. En poesía, ajusta sus dones melancólicos, su pesimismo que es resistencia al autoengaño, su fijación del sitio de la crueldad en el mundo, su poderío aforístico”.
Esa valoración absoluta a su obra le valió varios premios importantes: José Donoso en 2001, Octavio Paz en 2003, Premio Internacional Alfonso Reyes en 2004, Pablo Neruda en 2004, Federico García Lorca en 2005 y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la lingüística y literatura en 1992, entre muchos otros.
Su obra poética se caracteriza por la depuración extrema de elementos ornamentales y su compromiso social con México. Es abundante en temas como el paso del tiempo, la vida o la muerte, lo confirman poemarios como Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969) y Ciudad de la memoria (1989). Su poema ‘Alta traición’ es muy leído entre los jóvenes.
Su obra narrativa destaca por la experimentación en nuevas estructuras y técnicas narrativas a través de temas como la niñez, las relaciones afectivas y su preocupación social e histórica de México y el mundo. Ahí está El principio del placer (1972), Morirás lejos (1967) y el ‘long seller’ mexicano Las batallas en el desierto (1981).
José Emilio Pacheco Berny fue un lector y escritor incansable. Ejercía puntual el periodismo cultural con artículos y ensayos en diferentes medios; dedicaba buena parte de su tiempo a la traducción de poetas y narradores. Entre sus traducciones destacan Cómo es, de Samuel Beckett; De profundis, de Oscar Wilde; Un tranvía llamado deseo, de Tennesee Williams; Vidas imaginarias, de Marcel Schwob; y su acariciada Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, que quedó lista.
Pacheco era consciente de la corta vida frente a sus inmensas ganas de leer y escribir. “Es muy dramática la cuestión. No sé si podré seguir escribiendo, pero tengo muchas ideas de cosas, muchos libros que quisiera escribir; es muy desesperante veo tantas cosas que quisiera leer, pero ya no voy a alcanzar a hacerlo. Mis proyectos son infinitos, pero no los cuento”, dijo en noviembre de 2009.