Con el asombro propio de un niño, como en un juego, así se acercó por vez primera el músico italiano Maurizio Rea a la grandeza de un órgano de iglesia. A partir de esas andadas con sus amigos de la parroquia, desde sus 11 años, el instrumento, “su color y vida” fueron pasión y luego profesión.
Ahora Rea, a sus 30 años, se desempeña como el organista titular de la basílica Carmine Maggiore, en Nápoles.
Este joven músico ha tocado en su país, en Francia, en Alemania, en Suiza… y por primera vez ha cruzado el Atlántico, pues es invitado del Festival de Música Sacra, que se desarrolla en templos y escenarios de Quito.
Para usted, ¿qué es exactamente la música sacra?Debe ser un acompañamiento del pueblo frente a Dios. Como decía Lutero: “después de la palabra de Dios, solo la música sacra”. Ese es un poco el espíritu que se necesita para acercarse a este tipo de música que puede parecer difícil, pero que en realidad es la música que ha dado origen a los otros tipos de música’ pues devino en las obras y composiciones, que están en la palestra.
¿Se debe ser místico para interpretar música sacra?
Sí. Soy muy religioso, creyente y participante de las misas. Creo que la música sacra, para tener su efecto particular, debe partir del interior, del corazón, de otra manera solo queda como un pretexto para hacer música y no deja nada bueno a quien la escucha. Acompañar un canto litúrgico con el órgano, es acompañar a los fieles hacia Dios, hacia una verdad espiritual mucho más alta que esta de los humanos.
¿El género debe mostrar solemnidad?
No necesariamente. No puede ser parte de un sistema opresivo, más bien debe ser alegre como medio de comunicación; porque no creo que Dios quiera tristeza o excesiva seriedad para quienes busquen acercarse a él.
¿La música sacra está reservada para la liturgia?
No está reservada a la liturgia, porque puede relacionarse con cualquier aspecto interior de una persona, cuando se necesita calma, tranquilidad, serenidad. Es cuestión de puntos de vista, para otros puede ser la música new age… Yo rezo normalmente ayudado por ‘La pasión según San Mateo’, de Bach, quien escribía para ayudar al pueblo a entender el misterio divino.
Ud. también es compositor, ¿cómo asume esta labor?
Pienso que un organista tiene necesidad de conocer el lenguaje que representa. Si no sabes cómo está estructurado, solo sería un conjunto de notas que siguen. En lugar de eso es mejor descubrir, tomar conciencia de la composición y hallar el significado de cada partitura, el mensaje.
¿Y en sus creaciones?
He escrito cantos para la liturgia, para que sean acompañados por la asamblea de la iglesia. Trabajé con textos populares y melodías sencillas, que la gente acepta y canta. En esas piezas hago improvisaciones, con melodías gregorianas y modernas, es una experimentación de lenguajes.
¿En qué se diferencia la música sacra antigua y la contemporánea?
Cada tipo de música sacra tiene una necesidad propia de expresarse, pero no es según el tiempo o el lugar; sea en le 400, el 700 o más contemporánea, todas tienen su valor estimable porque nacen de un esfuerzo, por ser un medio hacia la divinidad.
Entonces, con el ritmo del mundo actual, ¿es posible componer música sacra?
Sí es posible. Un ejemplo es Ennio Morricone (reconocido compositor de bandas sonoras) quien ha escrito tantas cosas para la liturgia. Entonces en esta sociedad caótica y confusa también hay espacio para la buena música.
Pero hay que hallar el silencio, la luz…
El silencio y la luz son cosas interiores. Es una cuestión de corazón, para escuchar los mensajes externos y así todo ese caos se puede hacer música. Soy optimista.
¿Cómo dialoga su profesión con sus coetáneos? ¿Qué hay de otras músicas ?
En la sociedad occidental los que estamos en esta música somos vistos como aburridos… pero en ella encontramos belleza, lo importante es no tener prejuicios. Mis amigos antes no seguían esta música, ahora van a los conciertos, es gratificante… Me gusta el jazz, pero prefiero no interpretarlo: sería como un futbolista jugando rugby, no me complementa…