La ciudad alemana de Núremberg presentó hoy la mayor muestra de Alberto Durero (1471 – 1528) de los últimos 40 años, una exposición sobre las influencias y los secretos del artista más famoso del Renacimiento alemán. ‘El primer Durero’ es el título de la exposición del Museo Nacional Germano (Germanische Nationalmuseum), especializado en la obra del artista de Núremberg, Baviera.
En ella se deja de lado por una vez al genio conocido por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos para dar más espacio a la influencia que la época ejerció en su desarrollo artístico. Un total de 120 obras de 12 países componen la muestra que abre sus puertas desde este jueves hasta el dos de septiembre y que espera cerca de 150 000 visitantes.
Entre ellas destaca el famoso óleo sobre tabla “Adoración de los Magos o de los Reyes”, normalmente en la Galería de los Uffizi de Florencia.
La muestra también recoge numerosas acuarelas y su famosa serie sobre el Apocalipisis. Pero no se limita sólo a las creaciones de Durero, sino que incluye además la obra de otros artistas que lo enseñaron o influyeron, e incluso la de aquellos que trabajaron sobre su obra.
Entre ellos destaca la escultura “Alberto Durero de niño”, de Friedrich Salomon Beer, que constaba como desaparecida desde finales de la Segunda Guerra Mundial y fue descubierta hace meses en el jardín de la American Academy de Berlín. Para hacerl, Beer se inspiró en el primer autorretrato del artista, que data de 1484.
Un equipo de expertos investigó durante tres años para organizar esta muestra, subrayó en la rueda de prensa de presentación su director, Daniel Hess. Hasta entonces se creía que ya se había dicho todo sobre el artista alemán, pero la visión cambió cuando el equipo se percataron de que había varias lagunas sobre los primeros trabajos del artista desde su segundo viaje a Venecia en 1505.
Entonces, los expertos comenzaron a analizar su obra desde el punto de vista del año 1500. “Durero creció en una una capa social increíblemente dinámica”, subrayó Hess. Y es que Núremberg era en aquella época uno de los centros más importantes de vanguardia.
“Podemos olvidarnos del cliché de que Durero tenía que viajar a Italia para traer un nuevo arte a través de los Alpes. Ese arte estaba desde hacía tiempo ahí”, afirmó Hess.