En la colección Crónica de sueños, de editorial Libresa, el escritor guayaquileño Marcelo Báez acaba de publicar su novela ‘Catador de arenas’.
La obra, de 182 páginas, se presentará hoy, a las 19:00, en el Centro Cultural Benjamín Carrión (Washington E2-42 y Páez).
Intervendrán los escritores Viviana Cordero, Raúl Serrano, Sebastián Vallejo Vera y el autor.
En la novela, dos jóvenes personajes mueven una trama lúdica, hecha de tiempo y memoria.
Ellos son: Juliette Perec, una turista accidental, y Gesualdo Aretino, “un viajero inmóvil”. La historia comienza una noche, en una esquina cualquiera, en el centro de una ciudad portuaria.
Insiste, como un guiño de ojo al lector, que nadie piense que la novela transcurre en una capital.
Los dos personajes están en la vitalidad de sus 22 años.
Él es un diseñador gráfico de una de una reconocida agencia de publicidad; ella está a punto de graduarse de sicóloga en un país europeo. Aretino pronuncia una frase que la lanza como una botella al mar para que el azar cumpla su hechizo-¿Puedo ayudarla? Así arranca este relato urbano construido con un lenguaje conciso, sobrio, que descarta las adjetivaciones gratuitas y pinta un paisaje portuario minimalista, íntimo, de escasas referencias. Acaso es Guayaquil, pues el lector tiene la pista para descifrar un conocido bar o taberna de marineros de toda estirpe.
Esto dice el narrador: “Después de conducirla hasta el hotel, él la invita al Café Santiago, esa especie de escondrijo aburdelado de seudointelectuales que nunca terminan de escribir o leer un libro, pintores de brocha gorda que se creen Rembrandt, catadores del ocaso y de la vida ajena, belicosos lectores de tabloides, vendedores de lotería y náufragos sentimentales”.
Los dos personajes están marcados por originales matices de su extraña condición humana. Él tiene una obsesión por coleccionar arenas de playas radiantes o cenizas. Ella sufre de IFF o insomnio fatal familiar. El insomne duerme mal.
En cambio Juliette, víctima del IFF, nunca logra dormir. No hay cura para este mal. La muerte solo aguarda. Báez Meza lleva al lector, con su lenguaje sugerente y poético, a sus arenas oníricas y movedizas, de ensueño. BRV.