¡Screeech! ¡Zapow! ¡Arghhhh! No, no es Batman de los sesenta, es John Zorn. La música del compositor y saxofonista nacido en Queens, hace casi 60 años, equivale a poner cualquier género imaginable en una licuadora que devolverá las notas deshilachadas, decapitadas; con suerte, algún fragmento de música de películas (de espías, preferentemente) sobrevivirá unos segundos, hasta que un alarido de ‘grindcore’ termine de exterminarlo.
Casi toda la producción de Zorn (incluido a Masada, el cuarteto de free jazz con el que se presenta esta noche en Quito) se sostiene en esta cadena de eventos que algunos definen posmoderna, y otros, como deudora a las técnicas de collage. El neoyorquino, por su parte, desde un principio, sacó a relucir su naturaleza díscola y se ocupó sistemáticamente de hacer añicos cualquier abordaje convencional de su música.
“Los dibujos animados dejaron una impronta en mi vida, sobre todo los trabajos de Carl Stalling para Warner -explicó en el documental ‘A Bookshelf on top of the Sky’- . De chico grababa la música del televisor y después la escuchaba abstrayéndome de las imágenes. Intentaba escucharla como música abstracta; quería aprender otros modos de creación, modos de quebrar formas establecidas”.
Desde luego, el interés de Zorn por las bandas sonoras no se reduce al ‘cartoon’ , pues ha afirmado: “El cine me llevó a la música, por eso siento una conexión entre ambas disciplinas”. Y reconoce: “Hay algo de Bernard Herrmann en todos mis trabajos, ya sean tríadas rotantes o terceras ascendentes que van y vienen, como las que se oyen en ‘Vértigo’ y ‘Psicosis’”.
El ‘jump-cut’ (saltos abruptos en una secuencia) puede apreciarse en varios de sus discos, desde el jazz noir de ‘Spillane’ y el downtown explosivo de ‘Naked City’ hasta ‘Filmworks’, sin olvidar lo que se considera la piedra angular de su discografía, ‘The Big Gundown’: un álbum con versiones retocadas de Ennio Morricone.
Otra obra clave, no solo para Zorn, sino para el jazz contemporáneo es ‘Spy vs. Spy’. Allí, el saxofonista homenajeó al doble cuarteto de Ornette Coleman con un trío expandido (dos saxos altos, dos baterías y contrabajo) para interpretar temas del autor de ‘Free Jazz’ con la ultraviolencia de un grupo thrashcore. El éxito fue tal que lo tentó a probar una variante para improvisar en el estilo del cuarteto de Coleman, pero reemplazando los motivos folk blues por un repertorio de canciones judías. A tal fin escribió‘Masada: un songbook’ con más de 800 canciones breves.
Dicho esto, Zorn asesinaría a quien ose definir al grupo como una cruza de klezmer (música de judíos seculares) con free jazz. “Masada tiene influencia sefardí, pero también recibe influencia árabe y del surf. Es una música despiadada que se nutre del jazz, el rock, la clásica, la étnica y todo lo que nos gusta. Hemos creado una música nueva y no pueden rotularla; no pueden volverla mercancía. Esta música ha sido marginada y trivializada por el dinero, la codicia y la estupidez de no ver las cosas como son”.
John Zorn no concede entrevistas. Las justificaciones varían según su humor; tal actitud lo exime de tópicos que podrían incomodarlo, como su interés por sus raíces judías. John Zorn es un provocador; pero a menudo, en esos desafíos, Zorn muestra esa otredad, que lo vuelve un artista único.
El concierto
La presentación de John Zorn y Massada Project será hoy, a las 19:30, en el Teatro Sucre. USD 15, 20 y 25.
John Zorn nació el 2 de septiembre de 1953, en Nueva York, Estados Unidos.
Masada es el proyecto más popular y vendedor del sello, Tzadik (propiedad de Zorn) y es uno de los ensambles acústicos más importantes del jazz actual.