Como el escritor español Jorge Semprún, muerto el martes en París, muchos novelistas extranjeros abandonaron su lengua materna para escribir en francés, desde el checo Milan Kundera al estadounidense Jonathan Littell o el afgano Atiq Rahimi, ambos laureados con el premio Goncourt.
Estos autores contemporáneos tuvieron ilustres antecesores como el veneciano Casanova, el español Fernando Arrabal, el franco-rumano Eugène Ionesco, el irlandés Samuel Beckett, quien confesó haberse liberado así de la impronta tutelar de su compatriota James Joyce, o el rumano Emil Cioran.
Luego de la prohibición de sus obras por el régimen comunista de Bucarest, Cioran, exilado en Francia, abandonó el rumano en 1947 y decidió escribir en francés.
Milan Kundera eligió el francés para marcar su ruptura con su país de origen, cuyo régimen detestaba. Tradujo él mismo al francés sus libros escritos antes en checo.
El novelista y cineasta franco-afgano Atiq Rahimi, refugiado político en Francia y premio Goncourt 2008 con “Syngué sabour. Pierre de patience”, su primer libro escrito en francés, dijo que “durante todos los años de exilio en Francia, no me sentía capaz de escribir en esa lengua adoptiva”.
Y agregó que “ahora, cuando regreso a mi país, escribo directamente en francés, como si me volviera francés cuando estoy allá y cuando estoy aquí en Francia, me volviera afgano”.
Premio Goncourt 2006 por “Las Benévolas”, el estadounidense Jonathan Littell, que vivía en Barcelona, había causado asombro y orgullo en Francia al escribir esta obra en francés.
También ganador del premio Goncourt, el escritor franco-marroquí Tahar Ben Jelloun, nacido en Fès, y que escribe en francés, dijo el miércoles sobre Jorge Semprún que “compartimos la misma elección de escribir en francés (…). Como yo, no se hacía muchas preguntas sobre esas historias de lengua y siempre vi en él a un gran escritor francés”.
El franco-libanés Amin Maalouf o el autor de origen ruso Andrei Makine también fueron coronados con este prestigioso premio literario y escriben en francés.
El escritor de origen cubano Eduardo Manet, refugiado en Francia a fines de los años 1960, también eligió el francés como lengua de escritura.
“Para nosotros, latino-americanos, el francés, es una evidencia. Y eso sigue siendo así”, afirmó en 2009 al diario Figaro.
La autora eslovena Brina Svit lo dice también: “el francés me aportó libertad, franqueza y la sensación de ser una escritora muy joven”.