Esta noche, cerca de 40 intérpretes de la Orquesta de Instrumentos Andinos ofrecen un concierto al que han llamado ‘Fiesta Popular Ecuatoriana’. Una presentación, que se realiza en el Teatro México, en el que albazos, pasacalles y demás son interpretados con las sonoridades de instrumentos como flautas de pan, toyos, maracas, bombos y demás.
Bajo la dirección del maestro Patricio Mantilla, lo que estos músicos realizan hoy es un acercamiento a las creaciones del bagaje musical de diferentes poblaciones ecuatorianas. La nostalgia es uno de las constantes que atraviesan estas obras (17 están en el repertorio), pero también la algarabía es un componente esencial al momento de describir al país.
Pero para traducir lo que se vive en las calles al momento de celebrar, el maestro Mantilla asegura que lo esencial es poner atención a esos pequeños detalles que los músicos populares y los danzantes realizan en sus festividades.
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Uno de los ejemplos que él da está relacionado con el de las fiestas de la Costa ecuatoriana. Para retratar la algarabía de los pueblos afros, un elemento clave es la marimba. “La versatilidad de este instrumento permite al compositor narrar con música los movimientos de un afro cruzando un torrentoso río, por ejemplo. Tan solo se necesita golpear con fuerza las cañas y con eso se puede obtener esta imagen”.
En la actualidad, el repertorio con el que cuenta la OIA abarca cerca de 400 creaciones que giran en torno a los temas populares ecuatorianos. Canciones como el pasillo Reír llorando, Tú y yo o El Aguacate han sido puestas en escena en las presentaciones de esta agrupación.
La escena ecuatoriana también cuenta con un universo musical creado por compositores académicos. Creaciones de maestros como Jorge Oviedo, Gerardo Guevara, Alberto Montoya, etc. forman parte de la escritura musical ecuatoriana.
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Al respecto, Montoya, un joven compositor de folclor, comenta que crear una obra a partir del Paseo del Chagra o de la Mama Negra implica que el autor debe estar al tanto del papel que cumple cada uno de los integrantes de la festividad. Por ejemplo, la partitura de su ‘Mama Negra llorando’, en la que trata de traducir a notas musicales esta tradición de Latacunga, tiene como eje central el sudor de quien representó a este personaje en 2010. Las gotas que recorrieron la frente del danzante en aquella ocasión se tradujeron, para Montoya, en el sonido de una flauta de pan que suavemente se abre paso entre zampoñas, ocarinas y rondadores.
Al momento de ensamblar este tipo de obras para orquesta, el músico debe sentirse libre de realizar improvisaciones que den fuerza a su instrumento. Al menos esa es la opinión de Mantilla quien, además, subraya que en este tipo de repertorios no deben estar sujetos a las medidas estrictas de la escritura académica. Eso porque, a su criterio, el folklore es de libre interpretación.
Eso es exactamente lo que esta noche hace la OIA en su concierto. Sus músicos -con ocarinas, toyos, bombos, bandolas, panderos, bongos y otros- procuran dar vida a las fiestas, recreando con sus instrumentos a personajes, paisajes y situaciones. Además hay una sorpresa preparada: en medio del show, el director Mantilla interpreta Vasija de barro, un tema con el que quiere también improvisar en el escenario.
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