Es el cuarto idioma más hablado del mundo (entre lengua materna y lengua aprendida), aquel que llegó a Abya Yala tras la expedición de un genovés; es lengua nacida del romance y el latín, alimentada por el kichwa y otras lenguas indígenas… Es aquella que viajó desde las cortes y los reinos, hasta tierras que no pudo describir y tuvo que reinventarlas en la palabra. Es el idioma español… y de los aspectos y los momentos más altos de su vida se trata del ensayo ‘La andadura del español por el mundo’.
Su autor es el filólogo y catedrático cubano Humberto López Morales, quien es secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española y hace poco coordinó la edición del Diccionario de Americanismos.El libro obtuvo el Premio de Ensayo Isabel Polanco, en su segunda edición, en el 2010. Y ahora que la convocatoria para la tercera edición del Premio está en marcha (concluye el 15 de junio del 2011), el texto de López Morales llega a las librerías del país.
Contrario a lo que podría pensarse acerca de la densidad de un trabajo literario científico, ‘La andadura…’ anda sin complicaciones ante los ojos del lector. Capítulos más, capítulos menos, la erudición del autor se torna amena. El valor historiográfico, de lexicografía y linguística, llega fácilmente a través de la escritura de López Morales, se nota incluso una veta metodológica. Apela al consumo de los grandes públicos.
Como acertadamente apunta su presentación, el libro es: “Para todo aquel que esté interesado en la parcela más importante de nuestra vida cotidiana: el idioma que nos une”. O como supo destacar el jurado que lo premió con el Isabel Polanco: “Un texto bien escrito, bien organizado, bien presentado, que sabe contener discretamente la erudición que en él subyace en beneficio de una lectura apasionante y grata”.
‘La andadura…’ se organiza en dos partes, más que nada cronológicas. La primera ‘Una mirada hacia atrás’ y la segunda ‘La situación actual’. En el vasto índice ya se da cuenta de los temas a tratar y al recorrer las páginas, los títulos de ese índice quedan justificados por el trabajo del autor y, por qué no, de pizcas de su humor.El ensayo camina a la par de la labor que actualmente realizan las Academias de la Lengua Española, una labor que busca el estrechamiento de las relaciones entre los países hispanohablantes, mediante su idioma, homogéneo y diverso a la vez.
Por ello, gran parte del estudio trata las relaciones con América, cuando el castellano saltó del mar a la tierra y saltó también hacia el español. En esas relaciones se desarrolla todo aquello que supuso histórica, antropológica y culturalmente el encuentro de dos mundos, a través de la palabra. Los capítulos con más sustancia son aquellos que hablan de la asimilación de la lengua por pueblos indígenas.
La extensión en algunos fragmentos responde a búsquedas del autor para dar contexto, e incluso ‘tips’ o curiosidades. Así sabemos que entre los primeros conquistadores europeos estaban andaluces y canarios, y que de su habla de derivan algunos de los acentos existentes en el continente. También, cómo desde tiempos coloniales se conocía y se respetaba la cortesía en el habla de los americanos. O están los intereses de algunos románticos independentistas de tener una nueva lengua para el nuevo mundo o de adoptar el francés.
Ya en su segunda parte, la amenidad del autor aumenta, mientras su erudición jamás decrece. Es entonces donde las estadísticas acompañan a su discurso.
Algo más allá de la lectura se ofrece con las notas que suceden a cada capítulo, allí se da cuenta de los pasos seguidos en la investigación de López Morales y, posteriormente, en la estructura que da al ensayo. Allí se recoge desde las crónicas que presentaban no solo un nuevo mundo (con ribetes de fantasía) sino esa lengua que iba encontrando nuevos hablantes, que iba mutando y mezclándose, que crecía… Hasta los informes y las proyecciones más recientes del español en el mundo, de sus encuentros con los ciberlenguajes y de sus relaciones con los campos político y económico.