Esta noche y mañana, a las 19:30, se estrena en Quito la obra ‘Música para pelucas’, creada, dirigida e interpretada por la coreógrafa ecuatoriana Talía Falconí y el músico argentino Federico Valdez, en el Teatro Variedades.
“El arte escénico es algo que no se acaba, que está allí vivo”. Estas son las palabras que usan Federico y Talía cuando hablan de la serie de presentaciones que han realizado durante ya más de un año en México D.F., Cuernavaca, Tlaxacala, Oaxaca, y también en en Manta, Guayaquil y Quito.
‘Música para pelucas’ es el “resultado de un trabajo continuo de más de dos años en cuanto a las relaciones a nivel formal entre la danza y la música, el sonido y el movimiento”, explica Talía. La obra se divide en cuatro escenas que funcionan independientemente, pero que al unirse se complementan y adquieren un sentido orgánico.
Para Federico, la palabra clave es transdisciplina, “tomar un piso común, realizar un trabajo conjunto desde el comienzo, un proceso 100% compartido que genera una dramaturgia particular”. Y es que la obra es una ‘contaminación’ de danza, música, teatro, elementos circenses, escenográficos y audiovisuales que se fusionan, dando una nueva vida al cliché de la peluca para sugerir que “el arte es un proceso que involucra tu vida, tu noción de las cosas que estás haciendo y de otras disciplinas, la vida misma y el exterior, ya que nadie puede aislarse”.
La compañía Falconí-Valdez viene trabajando con tres perfiles diferentes, que incluyen la creación de obras como la que se estrena esta noche y otra llamada ‘La feria imposible’. La labor pedagógica, la videodanza y la improvisación escénica, de la cual hubo ya una presentación en enero pasado, en la Sala Mariana de Jesús del Frente de Danza del Ecuador, bajo el título ‘Solo por esta vez….’.
Respecto de abordar trabajos desde distintas áreas, Federico piensa que cada vez hay menos prejuicio, se trata de “ser honestos con el propio proceso creativo, en un tiempo en que las fronteras entre las disciplinas se difuminan”. Para Talía, en este caso, la palabra clave es compartir: “No intentamos que el público entienda un mensaje específico, o que comprenda lo que es o lo que debe ser, sino que sea un ente activo, con su emoción y capacidad de interpretación.”